Dos acontecimientos marcan la vida de San Cristóbal que han servido de temas para debatir entre los intelectuales con visiones maniqueístas de su devenir histórico. La proclamación de la Constitución Dominicana un 6 de noviembre y el nacimiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo el 24 de octubre de 1891.
Razones tiene el periodista, abogado y escritor Ramón Puello Báez para deplorar en su obra Crónicas de San Cristóbal: Reseñas de acontecimientos notables del Siglo XX sancristobalense, la indiferencia con que los historiadores dominicanos han tratado a su provincia natal, pese a los hechos cimeros que se han registrado en la misma, mientras se resalta constantemente su condición de “Cuna del Perínclito”, lo que se entiende como un suceso de nefasta recordación.
Desde el desconocimiento de que el llamado “mango banilejo” se cultivó originalmente en San Cristóbal hasta el desdén por sus luminarias criollas en las artes, ciencias, agricultura, pecuaria, comunicación, comercio, política, literatura y deportes, Puello Báez demuestra con una vasta documentación y cumpliendo con el mandato científico de no afirmar nada que no pueda probar, que la comarca sureña ha sido víctima de lo que se conoce como “una leyenda negra” que afecta al mismo tiempo la imagen de su colectividad y de sus ciudadanos en particular.
Como suele ocurrir con los textos de vidas provincianas, la objetividad propia de los ensayos de investigación se combina con matices nostálgicos, especialmente en las remembranzas de las fiestas patronales, las actividades sociales durante la infancia y la adolescencia, como fueron los desfiles tan recurrentes de aquella época. En el prólogo, el autor pone como epígrafe un pensamiento de Eugenio María de Hostos que reza: “Hasta que no tengamos las historias de las provincias, no conformaremos una verdadera historia nacional”.
Esta segunda edición de Crónicas de San Cristóbal trae juicios críticos del escritor José Rafael Lantigua, el historiador Juan Daniel Balcácer, el poeta Mariano Lebrón Saviñón, el publicista y novelista Efraím Castillo y el comunitario Nicolás Acevedo Sánchez. Enhorabuena.
