El domingo, 7 de octubre, el controversial candidato populista de derecha de Brasil, Jair Bolsonaro ganó con un convincente 46% de mayoría relativa, del voto presidencial y estuvo cerca de lograr una derrota sorpresiva en la primera vuelta, seguido del 29% del candidato de izquierda y anterior alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad.

Por qué importa: Los resultados de la primera vuelta establecen un contraste ideológico crudo para la segunda vuelta de las elecciones el 28 de octubre, considerando que el futuro de Brasil depende de la imparcialidad. Además de dirigir una de las 10 principales economías del mundo, el próximo presidente será un importante interlocutor para los Estados Unidos acerca del comercio global, el rol de China en Latinoamérica, y la crisis política y humanitaria en Venezuela.

Hacia dónde va: A pesar de haber estado hospitalizado por varias semanas, debido a serias puñaladas de un ataque el 6 de septiembre, Bolsonaro extendió su ventaja dramáticamente en las encuestas en las últimas semanas de la campaña. Sin embargo, el extremadamente disputado campo de 13 candidatos presidenciales le negaron la mayoría del 50% requerido para una victoria rotunda. En la segunda vuelta él se enfrentará a Haddad, un conservador del Partido de los Trabajadores, que apenas el 11 de septiembre fue nombrado candidato, después que los tribunales le negaron la postulación al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. El anterior ministro y exgobernador del estado de Ceara, Ciro Gomes (12.5%), el anterior gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin (4.8%), y el líder empresarial y neófito político, João Amoêdo (2.5%) fueron figuras moderadas que se perdieron en la multitud.

El trasfondo: Brasil una vez estuvo entre los mercados emergentes de más rápido crecimiento, antes de entrar en la recesión prolongada en el 2014, que coincidió con el extendido escándalo de corrupción conocido como “Operación Lava Jato”, que ha entrampado a docenas de oficiales y ha resultado en una condena de 12 años de prisión para Lula da Silva. En agosto 2016, otro expresidente, Dilma Rousseff, fue impugnada por cargos no relacionados.

Durante los últimos dos años, el Presidente Michel Temer, el anterior vicepresidente de Rousseff, ha luchado con bajos ratings de aprobación, escándalos de corrupción, aumento de crímenes y violencia, una economía débil y una inhabilidad de pasar reformas claves de pensiones y fiscales por el congreso. El próximo presidente de Brasil enfrentará el reto de restablecer la salud fiscal y atraer inversiones extranjeras directas, mientras mejora la seguridad y limpia la corrupción.

Y ahora qué: La segunda vuelta de las elecciones presidenciales decidirán si el gobierno del país más grande de Latinoamérica hará un giro brusco a la derecha, y posiblemente se vuelva más aliado a la Administración de Trump, o a la izquierda, como ocurrió en las recientes elecciones de México. Cualquier resultado tendrá enormes implicaciones para las relaciones de los Estados Unidos con la región.
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Daniel P. Erikson es director ejecutivo en Blue Star Strategies y un socio senior en el Penn Biden Center for Diplomacy and Global Engagement.

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