I.- Las inquietudes de Onelio y la coherencia

1 .- Onelio Espaillat Campos, quien en vida fuera alto dirigente del Movimiento Popular Dominicano-MPD-, en el curso del régimen de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, una vez resultaba detenido por cuestiones políticas uno de sus compañeros en la Región del Cibao, se comunicaba conmigo, y además de solicitarme encargarme de la defensa del apresado, me pedía que le consiguiera copia del expediente para analizar las declaraciones hechas por el detenido y así determinar cómo se había comportado ante los organismos represivos.

2.- Mi amigo Onelio, luego de estudiar el expediente que previamente le había entregado, si consideraba que su compañero se había portado débil, que no demostró firmeza ideológica frente a los investigadores, me decía: “Negro, por piedad sigue defendiéndolo, pero quiero que sepas que al parecer le dieron una pela para que confesara y veinte para que se callara; ese pendejo se rajó, se degomó por completo”. Por el contrario, si Onelio advertía que su camarada se había comportado con bravura en los interrogatorios, entonces me comentaba: “Ese compañero es un duro, no cedió, hay que protegerlo hasta lo último”.

3.- El objetivo de Onelio, de conocer el comportamiento de sus compañeros ya en manos de sus adversarios, era comprobar su firmeza o debilidad ideológica, la concordancia o incongruencia para dominar o no sus actuaciones.

I.- La sociedad y los inconstantes

4.- El individuo de sólidos principios se conserva inalterable sin importar circunstancias adversas o favorables; el infortunio o la dicha no modificará su forma de actuar; será el mismo para, conforme su creencia, responder en sentido positivo o negativo. Los fundamentos que sirven de base a las convicciones guían las actuaciones; el pensamiento está condicionado por las ideas que ha asimilado el que acciona demostrando responder a lo que es su ideario, la ideología que llega a convertirse en la conductora de sus ejecutorias.

5.- En la medida que la sociedad dominicana se ha ido degradando, en igual sentido se desarrollan ciudadanos y ciudadanas que acomodan su conducta, carácter y proceder a lo que individualmente más les conviene. La utilidad y la ventaja doblan la voluntad para que se imponga la cultura ventajista que bien cultiva el oportunista. No se puede esperar idealismo, nobleza y espiritualidad en quien tiene su cerebro organizado para vivir de la oportunidad que más conviene.

6.- Una vez las sociedades se debilitan por las taras que las corroen, comienzan a nacer y desarrollarse mujeres y hombres que hacen de la volubilidad la cualidad que les identifica como personas de conducta caprichosa, porque proceden sin darle la importancia debido a las cosas que merecen especial atención; su ligereza la dejan ver en cada acto porque personalmente son insustanciales; demuestran no tener el espíritu que se requiere en aquellos que por su dinamismo cambian la situación de los pueblos de negativa a positiva, y de desesperada a esperanzadora.

7.- Lo que a diario observamos en nuestro medio es que no abundan los hombres y las mujeres de ideas sólidas; la entereza ha ido convirtiéndose en algo no común en el proceder de la generalidad de nuestros coterráneos. Están predominando aquellos que al actuar lo hacen bajo la influencia de la vacilación, dejando entrever que la duda les lleva al titubeo y que su accionar es fruto de la incertidumbre. La fortaleza, la entereza en las creencias se está debilitando lo que revela inestabilidad emocional.

8.- En la generalidad de los que participan en el accionar político nacional, sin mucho esfuerzo se comprueba que tienen en su cerebro un vaivén ideológico violento que no les permite mantener coherencia en sus posiciones. El balanceo en sus planteamientos lo llevan a presentarse dando bandazos. Ese que pasa huyendo de un partido a otro, el tránsfuga que tanto abunda aquí, es el que se mueve alternativamente hasta ver dónde se aloja a su mejor conveniencia económica.

9.- Ese político vacilante que al parecer no sabe lo que quiere, muchas veces saca ventaja a su estado de indecisión porque aunque aparenta estar inseguro, en el fondo de su alma tiene idea fija de lo que busca y le conviene. El oportunista de la política cubre su sinvergüencería con un ropaje de ingenuidad matizado de vacilación. En un ambiente político donde sobresalen los cafres se utiliza mucho el mecimiento, el traqueteo, el zigzag, porque impide conocer a fondo al camaleón, a ese que cambia de parecer según su interés.

10.- Así como hay muchos animales que tienen rayas o manchas en su pelaje para camuflarse, también en nuestro país abundan profesionales de la política que para ocultar las ideas que emanan de sus cerebros y pasar por inadvertidos, se hacen los tontos, los despistados. Aquel que se mueve en línea quebrada, que anda culebreando en cualquier actividad que hace habitualmente es un zafio, aunque se presenta como todo un refinado personaje. Ese que simula sentimientos que no tiene es el farsante que quita seriedad y encanto a la política.

11.- El portador de ideas con doblez se maneja con ambigüedades y sosteniendo posiciones adecuadas para ser ablandadas o torcidas a conveniencia de quien hace de adversario. El inconsistente es fácil de suavizar, supeditar o hacer flaquear porque está preparado ideológicamente para someterse a la voluntad de otro. Solamente el que aguanta porque está lleno de entereza y con criterios sólidos, se conserva firme, con tenacidad defendiendo en lo que cree por convencimiento.

12.- Es posible salir victorioso en una lucha o competición sin tener que inclinar la cerviz; sin deprecación obtener lo que se procura lograr. La vida nos ha enseñado que aquellos que prevalecen en la conciencia de sus pueblos y se hacen merecedores de elogios son los seres humanos que se imponen sin tener que arrodillarse. No es acreedor de merecimiento alguno, sino de censura, el ciudadano o la ciudadana que cede en sus principios para escalar en lo político, económico o social.

13.- Merece ser considerado consistente aquel que ha proseguido en una postura sin desistir de sus ideas, cejar en sus convicciones ni abandonar los objetivos que ha proclamado y por los cuales se inició en la batalla para lograrlos. La norma de conducta mantenida sin tacha ni claudicación eleva a quien la honra.

14.- La comunidad humana necesita contar con grupos de personas que prueben tener la tenacidad para la realización; constancia en la continuación de la tarea comenzada. El individuo perseverante es el que insiste en obtener lo que ha motivado su accionar, y forma parte de los que hacen posible los cambios que requiere la sociedad para progresar.

15.- Ese hombre o esa mujer que tiene bien definida y organizada sus ideas, está llamado a triunfar por el conjunto ordenado de las reglas y principios que le sirven de orientación. Tener un plan de trabajo, una técnica para ejecutar, es demostración de estar sometido en su forma de obrar a un sistema invariable y metódico. A diferencia del variable y desordenado, el sistemático se acopla a una línea de pensamiento ajustada a la razón.

II.- Comenzar con la niñez

16.- Nuestro país necesita formar ciudadanos y ciudadanas que sean coherentes, es decir, que actúen de acuerdo a sus ideas y principios. Se impone producir un ser humano instruido, que se vaya desarrollando y educando con los conceptos, creencias y opiniones que en su conjunto constituyan su pensamiento; que su entendimiento esté acorde con lo que va a ejecutar; que haya armonía, combinación entre pensar y obrar.

17.- Para llegar a contar con entes sociales que en el futuro sean consecuentes; que piensen y obren con coherencia, es preciso comenzar a trabajar la mente de las niñas y los niños en los hogares y en las escuelas. Educando a la niñez para que en el mañana actúe con conexión lógica, ilación y pertinencia, es posible llegar a tener personas que en sus ejecutorias esté el sello de su sano pensamiento.

18.- Si estamos conscientes de que se hace necesario contar con personas que tengan un comportamiento distinto al de las de ahora, se impone darle forma a ese que será miembro de una sociedad con una ética y moral opuesta a la actual. El hipócrita, engañoso, simulador, fingidor e insincero no deben continuar desempeñando el papel del individuo destacado de la sociedad. La franqueza hay que rescatarla para que vuelva a ser una virtud y no una simple pose.

19.- Necesitamos preparar jóvenes de carácter, con esa manera de ser que distingue a una persona de otra, y así saber que cuando hablamos con una ciudadana o un ciudadano lo estamos haciendo con alguien de solidez de pensamiento, que merece ser escuchado porque lo que dice es verdad, aunque pueda estar equivocado. En la actualidad no sabemos cuándo escuchamos a un farsante o a un ser íntegro, porque abundan los simuladores y los inestables.

20.- No debemos continuar departiendo con personas de proceder vergonzosos, censurable, que hoy se presentan como santos y mañana como demonios. Es bueno contar con individuos sin tacha, honrados, rectos, probos, que se venden como intachables y realmente lo son. Lamentablemente, en la actualidad nos estamos moviendo al lado de grupos humanos que por sus actuaciones revelan que tienen problemas de conducta; que les hace falta educación domestica; adiestramiento familiar; enseñanza cívica y disciplina para hacerle honor a principios éticos y morales.

21.- En el país está haciendo falta el munícipe que inspire respeto por su coherente comportamiento y esté hecho de una sola pieza. Necesitamos contar con ese ser humano sin dobleces; que no engañe simulando y burle fingiendo; no tome el pelo al amigo; no haga del fraude una habitualidad; que sea original por entero y no mitad farsante y medio sincero; que no se comporte como un canalla por la mañana, decente por la tarde y en la noche una mezcla de honesto y truhan. El sinuoso y el recto no deben merecer igual trato; el bribón y el discreto deben ocupar espacios diferentes en la vida pública.

22.- La manera de portarse debe servir para identificar a los hombres y a las mujeres con los cuales contar para construir la República Dominicana a que aspiramos y merecemos tener; que esté compuesta por ciudadanos y ciudadanas con un estilo de vida que sea la expresión de su proceder para así honrar la idea de que “la conducta es un espejo en el que cada cual muestra su propia imagen”. A las niñas y a los niños en el hogar y en los centros escolares hay que enseñarles que: “He de portarme siempre como si la norma de la conducta de mis actos hubiera de convertirse en ley universal”.

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