Cada noche antes de irnos a dormir, hacemos alguna cosa, que de tanto repetirla se convierte en un ritual. A veces se van imponiendo en nuestras vidas, otras las incluimos nosotros.

Esta costumbre o ritual, para algunos consiste en la lectura de algún libro, en muchos casos La Biblia, unos prefieren un programa de televisión, a veces una telenovela, algún ejercicio de relajación, un tratamiento de belleza, alguna oración para dar gracias al Altísimo por permitirles otro día.

Entre los rituales antes de irse a descansar, tras finalizar cada jornada de 24 horas, no falta el baño tibio, la taza de té, la limpieza facial, algún masaje para relajar los pies cansados o distender los músculos de los hombros.

Algunos escuchan música, otros toman una copa de vino. Hay quienes hacen un balance de su día, cuentan todo aquello que les pasó y repasan cada detalle del transcurrir del día que acaba de terminar.

Para unos, más organizados, es el momento de diseñar su agenda del día siguiente.

Unos sólo se dejan caer sobre la cama, ansiosos por encontrar el sueño y olvidar la odiosa rutina de todos los días.

Todas y cada una de las formas en que cada quien decide terminar su día, constituyen su ritual, su rutina. Cada una debe ser respetada. Después de todo forman parte de un estilo de vida.

En algún momento hemos ido adaptando una y otra, hemos ido cambiando. Quizás el paso del tiempo influya en nuestra forma de terminar cada día.

Lo que sí debemos implementar es no solo agradecer por la gracia de haber contado con 24 horas más para hacer y decir. Es el mejor momento para tener una conversación abierta y sincera consigo mismo y pedir perdón, pues de seguro, que con nuestra actitud y alguna palabra, le causamos alguna herida alguien.

Es el momento indicado para aconsejarnos sobre cuál es la mejor manera de tratar a los demás, pensar en aquellas cosas que nos lastiman y duelen y que no queremos que nadie nos haga.

Tomar conciencia de que esas mismas cosas hieren y lastiman a los otros, y por lo tanto, debemos evitar causárselas a los demás.

No importa cuántas veces nos repitamos lo mismo. Debemos hacerlo hasta entender la importancia de tratar a otros como queremos ser tratados.

Posted in Mi TiempoEtiquetas

Más de opiniones

Las Más leídas