La popularidad de los presidentes o jefes de Gobiernos en estos tiempos de dificultades inmensas por las que atraviesan los países, es algo que se esfuma rápidamente, no importa el nivel de votación con que son favorecidos por sus pueblos en elecciones libres.

Es hasta cierto punto paradójico el hecho de que la caída de la aceptación popular sea casi directamente proporcional al grado de favoritismo con el que surgen de las urnas, es decir, que entre más elevado el porcentaje del triunfo, en esa misma medida es la caída.

Esto se debe a que los pueblos se forjan unas expectativas con determinados candidatos que les llevan a volcarse en su favor, y cuando estas no son satisfechas de esa misma manera cae la popularidad.

Resulta un caso extraño que habiendo sobrepasado seis años de administración, el presidente Danilo Medina conserve los niveles de aceptación revelados por una reciente encuesta internacional difundida esta semana por la revista española ACOP, conforme la cual el jefe del Estado dominicano sólo es superado por el mandatario ruso, Vladimir Putin.

Según esa encuesta mundial, que recoge el parecer de los ciudadanos de cada país, la aceptación de Medina es de un 59%, muy por encima de todos los gobernantes de América Latina, algunos de los cuales, como el argentino Mauricio Macri, tienen valoraciones ruinosas.

¿A qué se debe que los dominicanos sigan valorando tan positivamente a su presidente? Es una pregunta que se pudieran formular muchas personas, sobre todo cuando en los medios de comunicación, redes sociales y mentideros se expone con crudeza la situación económica del país.

Es evidente que el secreto está en la cercanía del presidente Medina con los sectores más deprimidos de la República Dominicana, proximidad en la que sobresalen las visitas sorpresa, sin lugar a dudas un mecanismo de interacción sectorial que le ha dado buenos resultados al mandatario.

En un país presidencialista—todos en América Latina lo son—a la gente le gusta ver de cerca a su presidente, pues considera que hablar con el jefe del Estado es dar por resueltos todos sus problemas, lo cual no es cierto.

Danilo entendió esa sicología del dominicano y emprendió las visitas sorpresa haciendo que personas pobres sintieran la proximidad del primer ciudadano de la República.

El resultado ha sido el nivel de aceptación que tanto la reciente encuesta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) como otras le atribuyen a Danilo en momentos de desplome de otros gobernantes producto de la situación difícil, particularmente en lo económico, que vive el mundo.

Ahora bien, si podrá el presidente Medina mantener esos niveles de aceptación hasta el fin de su mandato, será un asunto a comprobar.

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