Tanto Leonel Fernández como Danilo Medina han probado la traición cuando no han sido las figuras dominantes del poder

Por primera vez, desde que asumió la presidencia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y desde que su figura emergió como aglutinadora del consenso tras la salida del escenario del fundador y líder ideológico del partido morado, profesor Juan Bosch, Leonel Fernández agrupa sus tropas para hacer frente al peso del poder.

El cambio de mando de la Presidencia de la República de Fernández a Danilo Medina ha dejado claro que la lealtad de la mayoría de los miembros del Comité Político y el Comité Central es al poder, no a un liderazgo ni a la propia organización.

El comportamiento del PLD cuando ha estado en la oposición hace la diferencia, y se pueden contabilizar tres acontecimientos que demuestran que, luego de Bosch, Fernández ha sido la figura aglutinadora en la organización, al menos cuando están en la oposición.

En el 1995, cuando fue electo el primer candidato presidencial del PLD fuera de Bosch, ganó la candidatura con el 95% por encima de dirigentes históricos como Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix, ambos con una larga trayectoria pública. Botello incluso ya había sido presidente de la Cámara de Diputados.

En el 2001, también fuera del poder, ya con la experiencia de un período de gobierno, Leonel fue electo presidente del PLD, el único que ha ocupado el cargo luego de Bosch.

Para el 2003, luego de la derrota en las elecciones del 2000, con Danilo Medina como candidato presidencial frente a Hipólito Mejía por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Fernández pasó a ser el polo dominante. Ganó la candidatura presidencial con 85%, frente a Jaime David Fernández Mirabal, que había sido vicepresidente junto al ahora presidente del PLD.

Fernández llega de nuevo la Presidencia en el 2004 y desde entonces se erigió en el líder de la organización. Su fortaleza se reafirmó durante la convención del 2007, cuando Medina dejó la entonces Secretaría de la Presidencia de la República para competir con Fernández, probablemente contando con la lealtad de la dirigencia de la organización que había colocado en todo el aparato del Estado en su condición de super poderoso Secretario de la Presidencia de dos gobiernos de Fernández y gran armador de la estructura peledeísta que llevó a Fernández al poder en el 1996 y el 2004.

Medina probó el amargo sabor de la traición de muchos de sus seguidores, pues Fernández le ganó la convención con un 72% contra 28% y proclamó: “Me venció el Estado”.

El sector de Medina en el PLD argumentaba que entre Fernández y Medina había un acuerdo para que el ahora Presidente fuera el candidato en el 2008.

Sin embargo, para la época no se recogen declaraciones de Fernández diciendo que no se reelegiría y tampoco tenía impedimento constitucional.

Seis años de lecciones

En el 2012, Fernández entregó la banda presidencial a Medina. Desde entonces, el expresidente ha probado el amargo sabor de la traición. Ha visto y observado cómo sus antiguos leales han mutado, cómo se alinean a los intereses del poder dominante en el Palacio Nacional.

De 29 senadores que en el 2011 firmaron una carta pidiendo que el entonces Presidente se reeligiera, sólo le quedan seis leales: Dionni Sánchez, José Rafael Vargas, Prim Pujals, Amaralis Santana, Manuel Guichardo y Félix Bautista. Asimismo, de 106 diputados que tiene el PLD, entre los cuales contaba con amplia mayoría, después de la reforma constitucional de 2015, sólo cuenta con el apoyo firme de 34, hasta ahora.

En el Comité Político, de 34 integrantes, ahora cuenta con la lealtad de su esposa Margarita Cedeño, Abel Martínez, Alejandrina Germán, Alma Fernández, Bautista Rojas Gómez, César Pina Toribio, Franklin Almeyda, Radhamés Jiménez y Rafael Alburquerque.

Mientras estuvo en el Gobierno, contó con el apoyo de Eduardo Selman, Euclides Gutiérrez Félix, Félix (Felucho) Jiménez, Francisco Javier García, José Joaquín Bidó Medina, José Tomás Pérez, Julio César Valentín, Ramón Ventura Camejo, Ramón (Monchi) Fadul, Lidio Cadet, Jaime David Fernández Mirabal, e incluso Reinado Pared Pérez, que, aunque se sabe que es danilista, mientras Fernández estuvo sentado en la silla presidencial buscó la forma de no enfrentarlo, como en la convención del 2007.

En el Comité Central la correlación de fuerzas está 70% a 30%, clarísima mayoría a favor del Presidente Medina, según han admitido los propios seguidores del expresidente Fernández.

¿Traición o conveniencia?

Los dirigentes del PLD que dan su respaldo incondicional a las iniciativas de Medina, podrían alegar que lo hacen para garantizar la continuidad en el poder, como ocurrió en el 2015. Para apoyar la reforma constitucional usaron como argumento la popularidad del presidente actual.

Sin embargo, los hechos ocurridos alrededor de la figura de Fernández desde que Medina asumió la Presidencia, dice mucho de la actitud de los compañeros de partido de Fernández.

A pocos días de asumir la presidencia, Medina declaró que encontró un maletín lleno de facturas, en referencia al déficit fiscal que supuestamente presentaban las finanzas del Gobierno.

Luego, Temístocles Montás, ministro de Economía durante los gobiernos de Fernández y también en el primer período de Medina, en una rueda de prensa confirmó la existencia de un déficit y hasta alegó que le habría advertido al entonces Presidente Fernández.

Las declaraciones de Montás constituyeron la base para que fuesen montadas protestas, algunas violentas, en contra del exmandatario de parte de grupos de la sociedad civil.

En ese mismo contexto, los peledeístas vieron con indignación el nombramiento en el propio Palacio Nacional como director del programa Economía Solidaria del cabeza del grupo La Multitud, Emigdio Galván, quien encabezó las manifestaciones contra Fernández. Poco después, Galván fue destituido y alegó que fue por la presión del PLD.

En el 2014, la acusación del confeso narcotraficante Quirino Ernesto Paulino de que supuestamente había financiado la campaña electoral de Fernández, le puso la tapa al pomo en el PLD, pues con el paso del tiempo se demostró que fue parte de una “campaña sucia” de los opositores internos de Leonel, para descalificarlo como competidor para las elecciones de 2016, y sobre el lomo de la misma, propiciar el montaje de la reforma de la Constitución de la República para reelegir a Medina.

El peso del poder enamora tanto a los peledeístas que ahora miembros de su cúpula como Francisco Javier García y José Ramón (Monchy) Fadul, ambos probados en el grupo que se mueve al ritmo del poder, promueven otra modificación a la Constitución para habilitar a Medina, a solo tres años de otra reforma realizada solo para beneficiar al gobernante.

En efecto, ya se habla de que los votos en la Cámara de Diputados están asegurados, y que un influyente ministro realiza los arreglos de lugar para actuar convenientemente.

Asimismo, la mayoría mutante hizo lo propio para propiciar la aprobación de la Ley de Partidos, en atención a directrices del Palacio Nacional. Fue muy marcado el interés en la implantación del presidente Medina para que en la norma quedara lo relativo al párrafo 3) del artículo 45 que deja en mano de la cúpula de las organizaciones decidir la metodología para escoger los candidatos, y el tipo de padrón, para de esa manera imponer las primarias abiertas en el PLD, como ocurrió.

Los observadores de la evolución de los conflictos en el PLD con frecuencia comentan que Leonel Fernández está recibiendo la misma medicina que aplicó a Medina desde el poder. Sin embargo, una revisión del desarrollo de ese conflicto no evidencia campaña sucia contra Medina. Tampoco, que Fernández usara el poder para cambiar las reglas legales para conveniencia personal.

Danilo y Jaime David fomentaron el grupismo a lo interno del PLD

Con la salida del escenario del profesor Bosch, Leonel Fernández se colocó como la figura del consenso y quienes fomentaron el grupismo fueron Jaime David Fernández Mirabal y Danilo Medina, quienes compitieron por la candidatura en el 1999. Aunque hay quienes sostienen que en ese proceso el apoyo del entonces presidente a Medina fue decisivo.

Fernández nunca incurrió en esa práctica, pero ahora el peso de la adversidad lo ha hecho unificar a sus tropas y hasta hacer un registro de las personas que lo apoyan, que según dice, será de dos millones en abril del 2019.

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