Esta obra, que se encuentra en Puerto Plata, es un homenaje al general cubano, Antonio Maceo Grajales    Aparentemente, la escultura al general Antonio Maceo Grajales en Puerto Plata es anónima. Pero si la examinamos detalladamente, lo que es muy incómodo por el alto pedestal donde descansa, encontraremos unas letritas pequeñitas que dicen “escult.

albLescay” (sic) lo que permite saber que su autor es el gran artista cubano Alberto Lescay Merencio, pintor y escultor.

Pocos conocen de la existencia de esta pequeña obra que, como punta de un triángulo cultural, junto al faro y al museo, nos señala con la mirada su origen y la hermandad con ese país cercano y antillano: Cuba. Esta obra es una de las de mayor calidad de esculturas públicas del país.

¿Por qué hay una escultura de Maceo en Puerto Plata? Podría preguntarse y la respuesta es sencilla: por su amistad con los generales Ulises Heureaux y Gregorio Luperón, quienes lo apoyaron en su lucha de liberación contra la ocupación española de finales del siglo antepasado. Cuba vivía en zozobra desde que España la consideró como su colonia, y peor con la llegada del General Weyler, quien se había refugiado en La Habana al ser derrotado en las guerras de Restauración desde 1863 al 1865.

Aunque el General Heureax recibió de La Reina de España la Gran Cruz de Isabel la Católica el 12 de noviembre de 1895, por la amistad entre Santo Domingo y España, no es menos cierto que en ese mismo momento histórico El General Maceo, desde los montes cubanos, le escribe felicitándolo por sus servicios y apoyo a la revolución y luchas independentistas.

Antonio Maceo Grajales encabezó esa epopeya que le costó la vida al lado de José Martí y el general Máximo Gómez. Su partida enlutó a cubanos y dominicanos, pues en la emboscada que recibió la muerte, fue también herido mortalmente Francisco o Panchito, hijo de Máximo Gómez. El destino cubano ha estado, mas de una ocasión, en el mismo escenario que el dominicano, por lo que esta escultura tiene justificación y significado. La muerte de Maceo se eterniza en un óleo de Armando Menocal (1863-1942) que se expone en el Palacio de los Capitanes Generales o Museo de la Ciudad realizado en 1908 en la Habana.
La escultura de Puerto Plata no es un monumento grandilocuente, pero es una gran obra de arte de uno de los grandes maestros de la plástica cubana: Alberto Lescay. Nadie mejor que Lescay para tal homenaje al Titán de Bronce y ningún espacio mejor elegido para recordarle.

Otra réplica existe en Costa Rica, donde Maceo se refugió más de una vez.

Lescay es el autor, entre otras obras importantes, de la gran escultura a Maceo en su plaza de Santiago de Cuba la que tiene un peso de 90 toneladas en un área de 53 metros cuadrados que puede alojar alrededor de 150 mil personas. Fue inaugurada el 14 de octubre de 1991 al mismo tiempo que se abría el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Todas las esculturas de Lescay son fieles a la figura del General Mambí del que hay una gran cantidad de retratos fotográficos en el Archivo Nacional de la República de Cuba que le sirvieron de referencia para realizar su obra. Muchas de esas fotos provienen de la colección personal de Marta Vecino Ulloa, tataranieta de Mariana Grajales y de la Fototeca del Icaic.

Alrededor de la estatua ecuestre del patriota salen de la tierra a manera de símbolos, 23 machetes gigantescos que recuerdan la fecha del 23 de marzo de 1878 cuando se reanudó la lucha independentista luego de los eventos de Baraguá. El propósito de Carlos Manuel de Céspedes, del Mayor Ignacio Agramonte, de Maceo, Gómez y Martí es el mismo que se trazaron los patriotas restauradores en este país: la soberanía e independencia del colonialismo español.

Lescay, pintor y escultor, tiene una obra gigantesca en su trayectoria por las artes visuales. Esta escultura pudiera ser el mejor ejemplo para que el arte público tome otro rumbo del que viciosamente nos han impuesto funcionarios de cualquier dependencia sin la capacidad y potestad debida. Por eso es normal que el resultado sea mediocre cuando, más que deseos de rendir homenaje a cualquier figura patriótica o cultural, dejamos en manos de aprendices tan importante labor. Primero, y es una reiteración, todo lo que tiene que ver con arte público debe pasar por el Ministerio de Cultura porque ni la Policía, Guardia, Ayuntamiento o Iglesia le compete tal acción. Contribuirían a la necesaria institucionalización que se nos fue de la mano con el caos y la cualquierización.

Muchos son los escándalos que surgen cuando se saturan espacio con esculturas de pésima calidad al costo interesado de un alto porcentaje del aporte de los impuestos del pueblo dominicano.

De las primeras esculturas colocadas en Santo Domingo se destaca un acabado profesional propio de maestros, de expertos artistas. Nadie puede cuestionar la calidad artística de la escultura a Colón del parque que lleva su nombre, ni las de Duarte en su parque o la realizada por Urdaneta. Menos aun aquella que homenajea al Padre Montesinos.

Salvo Urdaneta, las demás obras expuestas al exterior son de autores extranjeros. Me refiero a las obras escultóricas de calidad, no a los vaciados en resina de fibra de vidrio hechas por estudiantes de primer año de Bellas Artes lo que significa que hay que fortalecer la enseñanza en ese aspecto.

Lescay es parte de la tradición escultórica cubana que han trabajado las más significativas obras de arte colocadas en plazas y parques. El Martí de la Plaza de la Revolución es obra del maestro Juan José Sicre de la misma manera que para erigir la escultura al Che en Santa Clara se contó con el genio de José Delarra. El talento de Enrique Ávila parió las obras del Che y Camilo que se aprecian en los edificios que se ven al fondo de la misma Plaza de la Revolución. El Martí de Central Park, New York, tiene una réplica frente al Museo de la Revolución en la Habana.

Anna Hyatt Huntington captó el momento en que el patriota es herido en Dos Ríos probablemente inspirada en el óleo de Esteban Valderrama realizado en 1917.

El concepto artístico y escultural para la tumba de Fidel la concibió el experimentado escultor Antonio Matos la que es conocida como la Roca Eterna.

Y todos vienen de la tradicional y necesaria escuela que forma artistas los que fueron testigos de la presencia del mismo bronce a Maceo en La Habana hecho en 1916 por el italiano Domenico Boni.

Lescay es de la escuela moderna que surgió con Auguste Rodin cuando el impresionismo dominó la escena francesa en los últimos lustros del siglo XlX como podemos apreciar en el mismo busto de Puerto Plata, que es una réplica de uno que hay en la Habana; de la misma línea notable en “el teniente Sarría Tartabull” o de Mariana Grajales madre del prócer o la escultura a Martí en Montpellier, Francia.

Alberto Lescay: un gran maestro de la escultura cubana
La escultura del General Maceo de Alberto Lescay es parte del parque que recientemente fue remozado al final (o al inicio) del malecón de Puerto Plata con el buen gusto de quien sabe de arquitectura y paisajismo ambiental. Esto, junto a otras obras menos recientes, como la casa de Luperón, le da a Puerto Plata otro aspecto que hay que sostener continuamente. Queda pendiente el rescate de la estación del tren, y otras casas victorianas símbolos de la ciudad y su identidad.

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