Respetuosamente, señor, me dirijo a su superioridad para informarle que, según reportes del resto de los países, las instituciones del orden como la que usted dignamente dirige prestan servicio sin parar, de día, de noche, de madrugada y días de fiesta, porque, como usted y yo sabemos, los delincuentes no duermen y viven acechando, por lo que cortésmente me permito recomendarle que, en vez de quejarse por la lucha que cogemos en diciembre, ordene que se reporten a servicio todos aquellos agentes, que son la mayoría, que sirven de mandaderos, peones, sirvientes, abrepuertas y cargabultos de civiles y oficiales, porque así todos iríamos más suave.

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