Existen pocas historias más tristes que aquellas de personas que teniendo en sus manos todo lo necesario para triunfar en grande, se abstienen de dar el paso necesario para que las cosas pasen, quedando solo como un “Hubiera sido…”. Todos conocemos casos así y los hablamos frecuentemente, no en ánimo de condena, sino lamentando el potencial que no se aprovechó. Es penoso, pero lo cierto es que muy frecuentemente, el cortoplacismo suele impedir ver más allá y con ello saber lo lejos que se puede llegar si nos lo proponemos. A veces, solo se llega a reconocer esto cuando se está mirando hacia atrás, cuando la coyuntura no es tan positiva, quedando poco o nada que se pueda hacer.

Lo que describo, es el diagnóstico al que llego al ver estos 6 años de Gobierno. El Partido de la Liberación Dominicana teniendo una mayoría mecánica de 90% del Senado, 60% de la Cámara de Diputados y en distintos momentos, su presidente con niveles de apoyo superiores al 70%, en vez de encaminar las reformas que necesita el país y que conocen muy bien, prefirieron darle continuidad a un modelo populista agotado ya por gobiernos anteriores, impidiendo así el real desarrollo de la Nación. Desde luego, una agenda de reformas nunca es fácil y generalmente termina siendo causa de conflictos por la demagogia de sectores miopes. Lo más conveniente para quien piensa en las próximas elecciones es dejar esto a un lado e irse por el camino del clientelismo insostenible y eso fue exactamente lo que decidió esta administración. Su capital político lo usaron para vanagloriarse y no para transformar positivamente el país.

República Dominicana sigue teniendo un sistema tributario con recaudaciones estancadas en el 13% del PIB, alta evasión fiscal y una carga pesada de impuestos para la clase media. Al mismo tiempo, antes que disminuir nuestro endeudamiento, este ha aumentado, llegando hasta el 52% del Producto Interno Bruto (PIB). La creación de empleo formal privado ha pasado a un tercer plano, convirtiéndose la nómina pública en una gran distorsión de la economía. El gasto de inversión es apenas simbólico, representando el gasto corriente en promedio 85% del presupuesto nacional.

Como opositor, pudiera parecer que lo que más me conviene es que no se haya hecho nada en todo este tiempo para corregir los males de fondo que afectan el país. Que debería estar contento de que el Gobierno me da material para crítica y en base a eso presentar mi propuesta alternativa. Pero antes que político, soy ciudadano y lo que siento es tristeza de que haya pasado tanto tiempo y el país siga en el mismo lugar sin ni un solo cambio verdadero. Nos toca entonces a nosotros ahora encaminar a los dominicanos por el sendero de la prosperidad, hablándoles claro sobre lo que hace falta para salir de esta bomba de tiempo en que nos han colocado en estos últimos 20 años los gobiernos del PLD y del PRD/PRM. Eso no solo se logra con una victoria electoral, sino una victoria también de las ideas, que es nuestra meta en este 2020 que como hemos reiterado, nos da una oportunidad de aprovechar el cambio de ciclo hacia un mejor destino, espero no lo desperdiciemos.

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