El manzanillo (Hippomane mancinella) popularmente conocido en la República Dominicana como ‘árbol o manzanilla de la muerte’, es una especie del género Hippomane, planta de la familia euforbiácea nativo de las islas del mar Caribe y de Mesoamérica. Es poderosamente tóxica, y su fruta —similar a la manzana, y de agradable aroma— puede resultar mortal para los seres humanos, y dar matiz veraz a su denominación popular. Es, según Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Hippomane_mancinella), “un árbol de buen porte; puede alcanzar los 20m de altura si su fuste crece de forma recta, pero por su distribución costera no es raro que se desplome durante su crecimiento, al no poder la arena mojada retener su peso, y adopte luego una forma casi rastrera y sumamente tortuosa. El tronco y las numerosas ramas están cubiertos de una corteza gruesa y quebrada, de color gris. La copa es amplia y globosa”.

Las hojas son simples, alternas, de forma elíptica, coriáceas, con prominentes nervaduras de color amarillo y el pecíolo largo. Es perennifolio, aunque pierde parte de su copa durante la temporada más seca, entre diciembre y enero. A comienzos de la temporada de lluvias produce inflorescencias en espigas axilares de hasta 7 cm de largo; la inflorescencia contiene una o dos flores femeninas rudimentarias, de unos 3mm de diámetro, reducidas a un ovario bulboso y un estigma de forma estrellada, colocadas en posición basal, y flores masculinas más pequeñas, dotadas de numerosas anteras amarillas, a lo largo del resto. Las flores aparecen constantemente a lo largo del año, aunque su mayor número se presenta en marzo. La polinización es entomófila.

Fructifica produciendo un pomo de forma globosa, de unos 4 cm de diámetro, muy fragante, cubierto de una piel glauca y brillante, que contiene varias semillas redondeadas de color pardo. Todas las partes de la planta, corteza, hojas, flores y frutos, dejan manar al romperse un látex blanquecino y poderosamente irritante. Su contacto con la piel provoca irritaciones, quemaduras, ampollas, e inflamación, pudiendo ocasionar ceguera en contacto con los ojos o la muerte de ser ingerido”.

“La planta es severamente tóxica para los humanos y posiblemente para todos los mamíferos, aunque algunos reptiles se alimentan de sus frutos y se alojan en su copa. El contacto con la savia produce una violenta sensación de ardor, inflama los tejidos y provoca ampollas y erupciones en la epidermis. En las mucosas la sensación es aún más agresiva, y es particularmente peligrosa en el tracto digestivo. La causticidad es tan elevada que consume con facilidad la tela de algodón y otros materiales ligeros.

El humo producido por la quema de hojas y madera es igualmente irritante. Sin embargo, la madera es dura y de muy buena calidad, y muy apreciada, aunque debe someterse a un largo y complejo proceso de secado al fuego antes de poder cortarse. El polen que emite esta planta es altamente alergénico y puede desatar severas reacciones en personas sensibles.

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