En ocasión de dedicársele este año 2018 a Haffe Serulle el X Festival Internacional de Teatro estas líneas se referirán a su pieza La danza de Mingó, que he propuesto como una obra maestra de nuestra escritura teatral en mi Antología de teatro: clásicos en la literatura dramática dominicana.

Haffe Serulle —San Francisco de Macorís, 1947— inició su carrera como dramaturgo con la puesta en escena de Bianto y su señor escrita a finales de los años sesenta del siglo xx la que puso en escena en el Corral de Almagro, en España.

Fue egresado de la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid ciudad donde estudiaría además Sociología Laboral. En adelante se ha perfilado con una trayectoria creativa de significativa incidencia en la dramaturgia dominicana en particular por su autoría del llamado ‘Teatro Acrobático’ que definitivamente implica una nueva forma dentro del arte escénico en el contexto latinoamericano, a partir de la amalgama de diferentes técnicas del espectáculo y la escritura teatral.

Desde los primeros trabajos importantes en los años setenta la dramaturgia de Haffe Serulle ostentó una preocupación auténtica por la problemática social del ser humano y sus manifestaciones relacionadas con el derecho universal. La danza de Mingó es obra clave sobre las fricciones de clase, la lucha de los trabajadores por organizarse, y el indiscutible rol de la mujer en los enfrentamientos sociales dominicanos subrayados en la vida de Florinda Soriano, mejor conocida como Mamá Tingó.

Establecidas las similitudes en los sobrenombres Mingó y Tingó, los antecedentes de la trama corresponden a la geografía campesina que marginaba, en el plano personal, a las mujeres socialmente destacadas. La historia de Soriano y su vil asesinato en noviembre de 1974 forma parte emblemática del acervo histórico de la República Dominicana ligado al terrorismo ultraconservador desplegado durante el régimen de Joaquín Balaguer que alegaba como justificante el riesgo de infiltración comunista.

El personaje real fue una extraordinaria líder activista y defensora de los derechos del campesino muerta en plena lucha contra el despojo injustificado de tierras a los residentes de Hato Viejo en la comunidad rural de Yamasá. Soriano, analfabeta, trabajó durante décadas la tierra junto a su esposo Felipe. Más tarde el terrateniente Pablo Díaz Hernández, alegando que las había comprado reclamó la finca, que desde hacía más de medio siglo habían trabajado los campesinos del lugar; Tingó, que pertenecía a la Federación de Ligas Agrarias Cristianas encabezó la lucha en beneficio de los desposeídos. Díaz cercó con alambre de púa las más de ocho mil tareas de terreno y con tractores arrancó la cosecha de los cultivadores.

El 1 de noviembre de 1974, los paisanos de Hato Viejo se presentaron ante el Tribunal de Monte Plata donde se conocía el caso, pero el terrateniente no asistió a la audiencia. A su regreso al predio la mujer se encontró con la información de que el capataz Ernesto Díaz (Durín), empleado del terrateniente había soltado los cerdos de su pertenencia. Mamá Tingó fue a amarrarlos, entonces el capataz, que permanecía escondido en el lugar, aprovechó el momento y le disparó con una escopeta. Tingó intentó defenderse con un machete, y dos balazos, uno en la cabeza y uno en el pecho la dejaron sin vida, a la edad de 52 años.

La danza de Mingó es un canto memorable a esta tragedia humana. Se trata de una obra maestra de la literatura dramática nacional en la que Haffe Serulle interpreta las maniobras de las fuerzas políticas explotadoras que han existido por demasiado tiempo en el medio rural de Latinoamérica, con la armonía y belleza propias de una acabada creación artística.

En una entrevista que le hiciera Gustavo Geirola, “Entrevista a Haffe Serulle” publicada en Arte y oficio del Director Teatral en América Latina -Editorial Argusa, Los Ángeles/Buenos Aires, 2014, pp. 345-356- se revela una particular perspectiva del autor con respecto a la defensa de los derechos humanos, la pobreza, la degradación, y el caudillaje coincidendo con su trabajo de varios años relacionado en la Unión Dominicana para la Defensa de los Derechos Humanos y que ha volcado en parte importante de su obra de creación pasada y actual: “Este es el vehículo más idóneo que tengo en mis manos para expresarme, expresar mis inquietudes, expresar lo que el mundo quiere decir y no puede” declaro nuestro dramaturgo; “De niño vi sufrir al pueblo, a los campesinos, cuando vivía en el campo. Conozco su tragedia y me identifiqué con ella. Por eso decidí dedicarme al teatro y al arte en general, para identificarla y transformarla en expresión artística”.

Por su parte Quackenbush subrayó el paralelismo nominal Tingó/Mingó y realizó un estudio a fondo sobre las implicaciones linguísticas y el sentido de los versos contenidos en las canciones del personaje principal que relaciona con las funciones del espacio negativo en la pieza. Asimismo apunta atinadamente la evocación de un primitivismo telúrico en el uso de ciertos términos: “(…) tinglado: reptil escamoso, diabólico; titingó: meter escándalo, antecedentes lingüísticos y rituales asociados con lo afro-antillano (bocó: jefe de hechicería; macandá, brujería; mende: prácticas folclóricas africanas, y la fuerza maligna de los practicantes de la magia negra, del vodú y del gagá, en la República Dominicana (…).”. “Mingó, al cantar sus coplas, simplemente puede estar apoyando la rebelión contra un mundo que está ‘al revés’, un mundo dominado por la fuerza bruta masculina” apunta Howard Quackenbush en su estudio “El espacio negativo femenino/masculino en La danza de Mingó, de Haffe Serulle”, Revista Iberoamericana, volumen 2, número 7, Hamburgo-Madrid, 2002, pp. 28/38.

El primer montaje que realizó Haffe Serulle en tierra natal fue una adaptación de Hay un país en el mundo, obra clave de la poesía nacional; y en 1973 compuso y llevó a escena en la UASD, La leyenda de un pueblo que nació sin cabeza. Siguieron Duarte, 1975; El Hatero del Seybo, 1976; y posteriormente más de veinte obras, entre ellas La casa de Pros-tib, Piromancia, Tinglado de acero, De arriba abajo, La residencia, Bachata ante mortem, Aleluya, La viuda, Mambrú de Manabao, Duarte, Un cielo azul para morir.

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