Washington, DC. El cierre parcial de Gobierno de Estados Unidos alcanzó ayer su cuarto día consecutivo, después de haber provocado fuertes caídas en los mercados y sin un acuerdo a la vista sobre los fondos que el presidente Donald Trump reclama para su muro con México.

El Senado, que en este caso lleva el liderazgo para el presupuesto, se reunirá mañana jueves a las 16.00 hora local (21.00 GMT) para tratar de reabrir la Administración, pero ni la Casa Blanca ni la oposición demócrata están dispuestos a ceder, por lo que el bloqueo podría prolongarse hasta enero de 2019.

“No puedo decir cuándo va a reabrirse”, reconoció ayer Trump en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca.

Los demócratas han acusado al mandatario de estar “sumergiendo al país en el caos” debido a sus ataques a la Reserva Federal (Fed), la reciente dimisión del general James Mattis como secretario de Defensa y el cierre de la Administración, que comenzó en la medianoche del viernes al sábado.

El parqué neoyorquino no operó ayer por ser Navidad; pero las bolsas de Tokio y Shanghái sufrieron el impacto del desplome que experimentaron el lunes todos los indicadores de Wall Street.
El Dow Jones de Industriales, el principal indicador de Wall Street descendió el lunes más de 650 puntos; mientras que el S&P 500, el índice que agrupa a las mayores compañías cotizadas en EE.UU., cayó por cuarta sesión consecutiva, en la peor Nochebuena de la historia.

De acuerdo con los analistas, las bolsas reaccionaron mal ante las conversaciones que mantuvo este fin de semana el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, con los directores de los seis principales bancos del país, incluidos Bank of America, Citigroup y JPMorgan Chase.

El Tesoro dijo que tiene “amplia liquidez disponible para hacer préstamos a los consumidores y los mercados financieros”.

El Tesoro no logra tranquilizar mercados

Esa información, según el experto económico Neil Irwin, “causó más daño del que pretendía prevenir” porque, de repente, los inversores comenzaron a preguntarse sobre si debían preocuparse por la liquidez de los bancos, algo que no habían cuestionado hasta entonces. El titular del Tesoro buscaba tranquilizar a los mercados, pero consiguió el efecto contrario.

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