Américo Lugo: pensamiento político y social dominicano. Visión del Estado

El Estado constituye otro de los temas centrales del pensamiento político de Américo Lugo. Su concepción del Estado dominicano, estuvo relacionada a su teoría de la nación.

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El Estado constituye otro de los temas centrales del pensamiento político de Américo Lugo. Su concepción del Estado dominicano, estuvo relacionada a su teoría de la nación. Sus ideas enmarcadas dentro del liberalismo de la pequeña burguesía articulaban una concepción del Estado orientada a ser el garante del orden social, del progreso de los individuos, el cual debía emanar de la voluntad pública organizada, suponiéndole como fundamento necesario de la estructuración de la nación.

Sin embargo, el medio político social dominicano marcado por el desarrollo del caudillismo, las revueltas, el conchoprimismo, la imposibilidad del Estado de mantener una hegemonía y el monopolio del poder, chocó de frente con sus ideas civilizatorias, lo que condujo a fundamentar su discutida afirmación de que no existía un verdadero Estado, sino una apariencia de Estado.

En su tesis doctoral titulada El Estado dominicano ante el derecho público en 1916 llegará afirmar que el “Estado Dominicano no nació viable, murió asfixiado en la cuna” . Percibe al Estado como reflejo de la acción desordenada de las masas, razón por la cual el pueblo no se había constituido en una nación a causa de la ausencia de una conciencia de comunidad, por lo cual no constituía sujeto de actividad política de por sí. Como consecuencia, el Estado Dominicano se hallaba fundado sobre un pueblo y no sobre una Nación, y sólo había subsistido como una imitación burlesca de los verdaderos Estados. Para Lugo, el Estado no existe allí donde el pueblo no haya adquirido conciencia de su comunidad nacional, de su unidad. En esas condiciones el pueblo resulta ingobernable y sólo puede alcanzar la condición de Estado bajo la guía de la minoría ilustrada del país.

En su concepción cualquier proyecto político de corte nacional, solo podía tener por agente a la clase ilustrada, por ser la única capaz de constituir un Estado que garantice la soberanía nacional. Al restringir la capacidad de articular el Estado nación a la clase burguesa, a la élite ilustrada, Lugo asume uno de los presupuestos del arielismo. El arielismo formalizó un marco de pensamiento en el cual la minoría ilustrada asume la condición dirigente de las masas inconscientes. El primer paso que Lugo afirma para lograr la existencia verdadera del Estado dominicano venía dado por la creación de un partido político, de amplia base, de claros y sencillos principios, cuyo objetivo fuese, no tanto el gobierno, cosa inasequible por ser mediata y condicional, sino el desarrollo de la deficientísima capacidad política del pueblo, cosa inmediata y esencial. Ese partido de la minoría tendría que “gobernar con leyes de carácter tutelar, el gobierno de la ciudad letrada se dedicaría a preparar al dominicano para el ejercicio por ahora imposible del gobierno republicano, democrático y representativo, a fin de ir realizando poco a poco este ideal de nuestra constitución” .

La intervención militar de Estados Unidos 1916-1924 supuso un giro copernicano en referencia al Estado-nación dominicano. El reconocimiento del Estado-nación se convirtió en un imperativo categórico para que Lugo legitimara el derecho que tenía el pueblo dominicano al ejercicio soberano del poder. Sus discursos, en este período están orientado a criticar la ocupación militar como violatoria al derecho internacional que legitima el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados soberanos.

Firme opositor de la ocupación militar, defendió la vuelta inmediata de la República Dominicana a la condición de Estado absolutamente libre, independiente y soberano, bajo la consigna de la desocupación pura y simple; posición que mantuvo hasta el final. De ahí su oposición al plan Hughes-Peynado cuya materialización histórica posibilitó la salida de las tropas norteamericanas.

Tras la desocupación militar en 1924 y la renuncia al Partido Nacionalista que él mismo había fundado, Lugo progresivamente va a acentuar sus críticas al sistema político y volverá a acercarse a sus posturas iniciales en torno al Estado dominicano.

Probablemente el fracaso de la posición pura y simple durante el proceso de desocupación militar, la victoria de Horacio Vásquez y la revitalización que toma el caudillismo y sus bandos, la vigencia de un esquema tradicional clientelista, paternalista y personalista del ejercicio del poder, la ratificación de la presencia norteamericana bajo los acuerdos de la Convención Domínico Americana de 1924, así como el fracaso del Partido Nacionalista se constituyeron en los posibles factores que incidieron en que Lugo volviera de nuevo a sus consideraciones que desarrolla en su tesis sobre el pueblo dominicano.

En sus editoriales en el periódico Patria encontramos a un Lugo reafirmando su posición de que el pueblo dominicano no constituía un verdadero Estado nación. Consideraba que el Estado dominicano no había nacido viable, ya que se había edificado sobre un pueblo y no sobre una nación y sólo había podido subsistir como farsa de los Estados verdaderos. Las consecuencias naturales de la inexistencia de un verdadero Estado en República Dominicana había conducido a fomentar el esquema tradicional de hacer política dominado por el patrimonialismo y al mismo tiempo que la voluntad del ejecutivo se constituía en el amo y señor de los destinos unipersonales en detrimento de la voluntad del pueblo cuyo mal supremo era la falta de aptitud política.

El acercamiento de Lugo a sus posiciones iniciales sobre el Estado y la nación está orientado por una preocupación por conducir la sociedad dominicana hacia un Estado moderno. En ese sentido, Lugo fue reiterativo en su planteamiento de que el pueblo dominicano solo podía acceder a los componentes de la civilización por medio de la educación, tarea en la cual el Estado estaba supuesto a desempeñar un rol decisivo.

Su radicalización en un ambiente político proclive a los principios a favor del clientelismo político herencia del ejercicio del poder político tradicional se expresa en sus críticas vertidas contra el horacismo y el jimenismo y contra la política implementada por el gobierno de Horacio Vásquez. En ese sentido consideró que tanto el jimenismo como el horacismo supeditaban sus intereses personales al interés general de la nación. Veían el Estado como un instrumento de beneficios individuales, en oposición al interés de la Patria. 67 años después de su muerte surgen diversas interrogantes: ¿A pesar de los avances, muchas de las críticas vertidas por Lugo siguen teniendo vigencia en la estructura del Estado dominicano? ¿Los males de la práctica política de su época denunciados por Lugo están presentes en la actualidad?
Este último aspecto y su relación con los partidos políticos lo analizaremos en el siguiente artículo.

Américo Lugo, “El Estado dominicano ante el derecho público”, en Obras escogidas I, (Santo Domingo, Corripio, 1993), 387.
Ibid., 389.

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