Benjamin Disraeli, primer ministro de Gran Bretaña hacia el año 1867, sostuvo que “la diferencia entre estadista y político es que, mientras el primero medita sobre las futuras generaciones, al segundo solo le interesan las próximas elecciones”. En efecto, se califica de estadista al gobernante que tiene visión a largo plazo y no le teme al costo político de medidas duras que deban tomarse y no espera aplausos por su obra. En cambio, el político tiene visión de corto plazo y no toma medidas duras, pero necesarias, o las posterga lo más posible, por su costo político. Quien ejerce el poder debe definir cómo quiere pasar a la historia, como un estadista o un político más que pasó por el poder.

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