Temible; el teatro ostenta el poder dictatorial de la gloria y de la ruina de quien se exponga ante una platea neurasténica como suele ser la que gusta del buen hacer en el proscenio.

Y hacerlo con una obra magistral de Federico García Lorca, como es el caso, es muestra de tenacidad y ganas de someterse al escrutinio público; sobre todo, tratándose de una inusual representación de personajes femeninos interpretados por actores y apenas una mujer, en una situación de emular igual procedimiento al montaje en España, en el que la directora (Carlota Ferrer, española) justificaba su decisión de que “muchos de los personajes de Lorca manifiestan su deseo de ser hombres para poder gozar de libertad”.

Al poner en boca de hombres las palabras de Lorca se pone en evidencia la fragilidad de la mujer ante la visión dominante del orden heteropatriarcal y su gestión del mundo a través del miedo.
Son hombres que narran una determinada historia de mujeres”, y justifica a seguidas: “me parecía interesante hacer La casa de Bernarda Alba con hombres, porque Federico García Lorca se fue proyectando en todas las mujeres que ha escrito, en Bodas de sangre, Mariana Pineda, en Yerma y, por supuesto, también en esta obra”.

La opresión de las minorías, de las mujeres y los homosexuales como él, es de lo que hablan las mujeres de La casa de Bernarda Alba. Pues bien, quienes tuvimos la gracia de deleitarse con el montaje equivalente en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, bajo la batuta de la ya proverbial Indiana Brito (quien tiene como fórmula la creatividad), pudimos experimentar la gran fortaleza de esa idea y el majestuoso planteamiento actoral de María Castillo, Miguel Lendor, Vicente Santos, Patricio León, Wilson Ureña, Mario Núñez, Pavel Marcano, Camilo Landestoy y Alejandro Durán.

Primorosa música con gran riqueza de la pluralidad. Atrayente vestuario. Escenografía alborotadora y juego de luces novador, punto fuerte del montaje que crea un visual notable para las escenas. Con destaque para la coreografía que le imprime un ritmo encrespador.

La obra continúa en la Sala Ravelo este viernes 1 y sábado 2, a las 8:30 p.m., y el domingo, 3 de marzo, a las 6:30 de la tarde.

Argumento

Tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años, prohibiendo a sus cinco hijas a que salgan a la calle. Cuando Angustias, la primogénita y la única hija del primer marido, hereda una fortuna, atrae a un pretendiente, Pepe el Romano, lo que desata una lucha de pasiones y envidia entre las hermanas hasta terminar en tragedia.

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