Introducción

Considero que vale la pena retomar el Mensaje de los obispos dominicanos del 27 de febrero de 2019 y detenerse en cada punto. Además, es fácil de hacerlo. Es muy claro y preciso. Voy a hacerlo en tres entregas.

En esta tercera entrega vamos a recoger solo los números 16 – 23 de dicho Mensaje, que tratan tres “realidades que merecen nuestra atención”.

También recogeremos cuatro exhortaciones finales más. Son los
números 24-27.

1. Realidades que merecen nuestra atención.

A. Las elecciones del 2020: darle más participación a la juventud
“Con la llegada del 2019, hemos entrado en un año preelectoral donde nueva vez viviremos las cruzadas de promesas de cambios o continuismos, con caras conocidas que provocarán la falta de dinamismo en la contienda electoral. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro. En la pasada Carta Pastoral de 2019 enfatizamos sobre la necesidad de tomar en cuenta a nuestros jóvenes promoviendo su participación. Los resultados electorales de 2016 en la matrícula de la Cámara de Diputados, los jóvenes entre 25 y 34 años fueron apenas el 2.6%, los electos a alcaldías el 4.4%, y a regidurías el 9.3%.12

Por otro lado, el desempleo juvenil ronda el 31%, mientras que el grupo de jóvenes que ni trabajan ni estudian, los ‘ninis’, era el 22.5% en 2015.13 Es necesario tomar en cuenta a nuestros jóvenes en el campo político y en el mundo laboral, promoviendo iniciativas para el emprendedurismo,14 más aún, dándoles oportunidad para saberse valorados por todos.

Nos identificamos con el pensamiento del papa Francisco cuando expresa que “la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción. La responsabilidad política constituye el desafío de proteger a los ciudadanos y crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”. 15

B. El tráfico y consumo de drogas

El narcotráfico, el microtráfico y el consumo de drogas es un mal que afecta a la familia provocando crisis en sus miembros, como la salud de nuestros jóvenes, y transformándose en un detonante que destruye todo a su paso. Las recientes situaciones en este año 2019 así lo confirman. Por consiguiente, hacemos un llamado a las autoridades a fortalecer la lucha contra este flagelo.
Acogemos las palabras dirigidas por el papa Francisco al exhortar: “Es deber y tarea de los gobiernos abordar con valentía esta lucha contra los traficantes de muerte”. Es un deber, continúa diciendo el papa, “una mayor coordinación de las políticas antidrogas y contra la adicción, –las políticas aisladas no sirven: es un problema humano, es un problema social, todo debe estar vinculado– creando redes de solidaridad y cercanía con aquellos que están marcados por estas patologías”. 16
C. La inmigración

Sobre el tema migratorio, que es una realidad nacional e internacional, ya hemos hablado en abundancia, cuando escribimos sobre el mismo en el Mensaje de 2005, “Ante la creciente inmigración haitiana”.17 En ese documento estructuramos el fenómeno migratorio, tan antiguo como el ser humano, y detallamos su amplitud y complejidad, exponiendo sus causas, aspectos positivos y negativos, así como las consecuencias del desorden existente.

En el citado Mensaje afirmamos que “los criterios de acción de la Iglesia son muy distintos a los criterios del Estado en virtud de su misión específica”.18 El Estado está obligado a asumir sin demora y con seriedad el fortalecimiento en la aplicación de las leyes migratorias en el país, tomando muy en cuenta las irregularidades que se viven en la frontera dominico-haitiana. La Iglesia fiel, a su misión pastoral dada por Cristo, se debe al ser humano en sentido general, llevando la buena nueva de la salvación.

Con relación a Haití, y respondiendo a voces que vienen de fuera, asumimos el ideario de Juan Pablo Duarte donde explica que no es posible la fusión de las dos naciones.19 Es necesario que el mundo sea consciente de esa realidad, sobre todo las naciones que desean que nosotros asumamos la solución de Haití. Es indiscutible la ayuda que como dominicanos hemos dado y seguiremos dando a Haití, pero ella “reclama la solidaridad de la comunidad internacional”, 20 sobre todo de las naciones ricas y poderosas, que le ayuden a salir de su situación y es necesario que Haití asuma su responsabilidad.”

II. Exhortaciones finales

“Estamos convencidos de que, sin un comportamiento responsable y coherente con la vivencia de los valores, será muy difícil dar continuidad al proyecto de Nación que soñaron los Padres de la Patria. Entendemos que no basta la sola denuncia de lo malo para llegar a cambiar las cosas. Es necesario ser propositivos y proactivos, aportando cada cual su granito de arena, es decir, realizando de forma correcta la tarea que le corresponde en la sociedad. Para garantizar la paz social es indispensable el respeto a las instituciones públicas y privadas, ya que la institucionalidad del Estado es el corazón de la vida para salvaguardar las garantías de una democracia transparente, justa, equitativa, en igualdad de condiciones entre los ciudadanos.

El país es de todos y todos somos responsables de su buena o mala marcha. Aprovechamos la ocasión para pedir a todos los estamentos de la sociedad: líderes políticos, funcionarios públicos, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales, profesionales organizados e iglesias, que asumamos la tarea de vivir y educar de acuerdo a la ética y con los valores de la honestidad, equidad, verdad, trabajo, responsabilidad, respeto, solidaridad, fraternidad, justicia, hospitalidad y amor a la familia. Porque no podemos abandonar nuestro país bajo la perversa hegemonía de antivalores, encarnados en hombres y mujeres sin principios éticos ni morales. Nuestro país merece un mejor porvenir y su destino está en nuestras manos.

Apelamos a la sensatez y cordura y al compromiso de toda la ciudadanía, de manera muy especial de los servidores públicos, la clase política y todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que se interesan por la buena marcha del país, para que juntos construyamos una República Dominicana diferente que respete el supremo valor de la vida, que sea equitativa, donde se combata la miseria con políticas de inclusión de los más pobres en los proyectos de desarrollo; una sociedad honesta, cordial, unida, solidaria, viviendo a plenitud los valores que sostuvieron la libertad conquistada aquel 27 de febrero de 1844.”

Restauremos la confianza, el optimismo y la esperanza de un futuro promisorio. Pedimos al Señor, fuente de toda sabiduría, que ilumine al pueblo dominicano y a todas sus autoridades, en el 175 aniversario de su Independencia.”

Conclusión

CERTIFICO que en mi trabajo precedente he citado textos del Mensaje del 27 de Febrero 2019 de la Conferencia del Episcopado Dominicano con motivo del 175 Aniversario de la Independencia Nacional, sobre el comportamiento ético.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintiocho (28) días del mes de febrero del año del Señor dos mil diecinueve.

NOTAS:
12.- Ver: (http://economia.gob.do/rd-presentara-informe-sobre-poblacionen-conferencia-regional/) Publicado por el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD) en 24 julio, 2017.
13.- Ibídem.
14.- Cf. CED, Carta Pastoral 2019, ob. Cit., n. 57.
15.- Cf. Papa Francisco, Mensaje por la Paz 2019, ob. Cit., n. 2
16.- Cf. Papa Francisco, Discurso en la Audiencia a los participantes en la Conferencia Internacional “Drogas y adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral”, 1 diciembre 2018.
17.- Ver: CED, Mensaje 1° noviembre de 2005, “Ante la creciente inmigración haitiana”.
18.- Cf. Ibídem, n. 37.
19.- “Dominicanos y Haitianos. Entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión.” En: Vetilio Alfau Durán (compilador), Ideario de Duarte, Instituto Duartiano, 2010. Pág. 27.
20.- Cf. CED, Mensaje 2005 (ob. Cit.), n. 24.

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