Las lluvias de estos días en Santiago agudizaron la dramática situación del hospital universitario José María Cabral y Báez, intervenido por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, desde el año 2013, es decir, desde los inicios mismos de esta administración.
Es probable que de los centros médicos intervenidos, este hospital sea el que ha conllevado más tiempo, lo que se explica, según las autoridades, en que no se trata de mejorías y recuperación de áreas importantes, sino que también se trabaja la parte estructural, porque está levantado en una zona cuyo suelo no ofrece las seguridades deseadas para los estándares modernos de sismo resistencia.
De todas formas, son casi seis largos años de trabajo a cargo de una dependencia directa de la Presidencia de la República, en un hospital tan importante para Santiago y toda la región Norte. Para entender su importancia nada más hay que saber que ahí trabajan más de 400 médicos y más de mil enfermeras.
Las noticias de ayer indicaban que las lluvias inhabilitaron otra vez, el área de emergencia, a consecuencia de una inundación por filtraciones. Eso no debía estar ocurriendo después de tanto tiempo de intervención.
Admitamos por un momento que los trabajos se han complicado, que garantizar la infraestructura, ante el imponderable que constituye un sismo tome su tiempo. Entonces se necesita de un esfuerzo mayor, un esfuerzo concentrado para superar a la mayor brevedad el estado calamitoso de ese centro.
Hemos hablado del estado físico de la infraestructura, pero imaginemos por un momento el sufrimiento de miles de personas que acuden a un centro abierto en medio de una reconstrucción que no termina.
El presidente Danilo Medina debe acudir hasta ese establecimiento, al estilo a que acostumbra, para ver si se le da un impulso mayor a una obra en la cual, según el Colegio Médico Dominicano (CMD), ya se han invertido no menos de RD$2 mil millones.
