Asegura que cuando se tiene la idea es fácil encaminar una empresa; espera que el producto se exporte desde junio

Virginia Acosta Bueno es una mujer que sabe trabajar en equipo. Hace años dirige la Cooperativa de Mujeres Hacia Desarrollo de la Provincia Samaná y ha logrado llevarla por buen camino. Se trata de una institución que procesa un aceite de coco natural que tiene gran aceptación en el mercado. “Teníamos prácticamente treinta años procesando el coco, pero de una manera informal y muy precaria. Después de organizarnos como cooperativa, hace aproximadamente tres años, y luego de que nos visitó el presidente de la República, la vida nos ha cambiado. Y ha cambiado, porque nosotras producíamos dos galones de aceite diario y ahora podemos producir 165 galones, con menos trabajo y mayor calidad”, le dice la dama al periódico elCaribe.

La cooperativa tiene una nave y un camión donados por el Estado y un capital (dinero) prestado para compras de maquinarias y materias primas. El diálogo sobre el tema se da a media mañana, aprovechando que Virginia participa y tiene un stand en la Feria Agropecuaria 2019, que se desarrolla en la Feria Ganadera, de la capital, y que organiza el Patronato Nacional de Ganaderos, con respaldo del Ministerio de Agricultura y otras instituciones públicas y privadas.

Cuando este periódico le pregunta a Virginia si es muy difícil procesar el aceite de coco, su respuesta es esta: “No es difícil, solo lleva un poco más de tiempo, porque al ser aceite prensado en frío… lo hacemos en esta forma porque es mucho más beneficioso para la salud y así no pierde ningún tipo de propiedad. Antes lo hacíamos cocinado, pero ahora lo hacemos natural. Solo lo prensamos en frío. Eso lleva un poquito más de tiempo, pero no más trabajo”.

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La emprendedora mujer explica que solo se fríe la parte del coco que sobra, luego de realizado el prensado en frío. Es un aceite que Virginia Acosta le llama “de segunda”. “El aceite cocinado no es malo, es solo que tiene menos propiedad, porque el calor le mata esas propiedades”, indica. Le gusta hablar del tema y se nota que lo maneja.

El producto tiene una importante demanda, que crece cada vez más. “La gente ha descubierto la calidad y la importancia del consumo de aceite de coco para el cuerpo humano. Ya hasta los médicos están mandando a consumir aceite de coco”, dice Virginia, mientras una de las mujeres que le acompaña atiende a los clientes que llegan al stand donde exhiben y vende su producto.

“Esto del aceite de coco ha tenido gran impacto para nosotras las mujeres del proyecto porque cuando una mujer lleva el sustento familiar, o por lo menos un complemento, es un desarrollo para el hogar e incluso para la comunidad. Es bueno destacar que todavía nos falta mucho por hacer, pero vamos caminando para lograr eso que nos falta”, expresa.

Este año la cooperativa tiene en agenda comenzar a procesar la paja del coco. “Lo que hoy es desperdicio queremos convertirlo en un alimento… en galletas y en alimento balanceado para cría de animales”, indica la presidente de la cooperativa. Y en el caso de la jícara de coco, la cooperativa está ya negociando para venderla a algunas empresas en Santo Domingo. Esa jícara a la que hace referencia sirve para generar calor en los hornos. “Para esas personas que tienen una idea de negocio y le falta el dinero, nosotros recomendamos simplemente organizarse y eso ayudará”, dice Virginia. Y agrega que para contactos se puede ubicar la cooperativa a través de Facebook.

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