En la tarde del 11 de marzo del año 2011 un fuerte terremoto, de magnitud 9.0, estremeció la zona noreste de Japón, el cual, por tener epicentro marino, e hipocentro de poca profundidad, generó un poderoso tsunami cuyas olas alcanzaron elevaciones variables entre 10 y 40 metros de altura, con suficiente energía cinética para destruir o afectar todo lo que se encontraba en el litoral, incluyendo la planta eléctrica nuclear de Fukushima Daiichi, en la cual había 6 reactores nucleares, 3 de los cuales estaban en operación al momento del tsunami, y 3 estaban apagados por razones de mantenimiento y recarga de combustibles radiactivos, resultando dañados los sistemas de enfriamiento de los reactores nucleares, por lo cual se produjo fusión nuclear en uno de los reactores y escape de radiación nuclear en forma de Yodo 131, Cesio 134 y Cesio 137 que contaminaron el aire, las aguas marinas y terrestres, y los suelos vecinos, lo que obligó a evacuar a una población de 170 mil personas en un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta eléctrica, prohibir ingerir los alimentos disponibles en esa zona evacuada, y prohibir usar las aguas de los grifos en toda la zona restringida, ya que el nivel de contaminación alcanzó categoría 7, similar al desastre nuclear de Chernóbil.

Después de ese grave accidente ocurrido por el escape de radiación en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, donde una gran parte de la contaminación radiactiva fue dispersada por los vientos hacia el área norte del océano Pacífico, y otra parte menor fue dispersada hacia el territorio insular noroeste debido a un cambio en los flujos de vientos, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, se ha empeñado en definir nuevos protocolos de acción inmediata que puedan ser puestos en práctica por todos los países expuestos a contingencias nucleares, ya sea por escape accidental de radiación nuclear en una planta energética, o ya sea durante el transporte regional o local de sustancias radiactivas, o ya sea por escape de radiación nuclear utilizada con fines médicos.
Es por esa razón que el OIEA desarrolló en su sede de Viena, durante la semana del 8 al 12 de abril de 2019, un seminario internacional orientado hacia la preparación y la rápida acción ante una emergencia nuclear regional, o una emergencia radiológica local, a los fines de que los expertos puedan tomar acciones inmediatas en los primeros 15 minutos posteriores a cualquier evento radiactivo contaminante, considerando el tipo de escape, la dimensión del escape, las condiciones meteorológicas locales y regionales al momento del posible accidente nuclear, así como la ubicación de núcleos poblacionales, las ubicaciones de plantaciones agrícolas, las localizaciones de fuentes de agua y los sentidos de flujos de las aguas que potencialmente pudieran ser impactadas, pues la dispersión de cualquier pluma de contaminación ambiental nuclear, regional o local, va a depender de los flujos de vientos y de los cambios que se han de producir en esos flujos en función de los cambios térmicos que se producen durante el día y la noche, y de los sentidos de flujos de las aguas.

En ese evento internacional, al cual asistieron representantes de los 5 continentes, y donde la República Dominicana fue formalmente invitada a través de la embajada dominicana en Austria, embajada que a su vez transmitió la convocatoria a la Dra. Susana Gautreau, viceministra de Energía Nuclear, del ministerio de Energía y Minas, a los fines de que la República Dominicana pueda conocer y disponer, al igual que los demás países invitados, las modernas tecnologías para muestreo rápido de sustancias radioactivas dispersadas en el aire, en el agua y en los suelos, como consecuencia de cualquier accidente nuclear regional, y pueda disponer de los softwares que mediante modelación matemática puedan establecer las áreas de dispersión en función de las condiciones del tiempo meteorológico imperante al momento del accidente, y conocer los protocolos que inmediatamente deben ser aplicados para proteger a la población que eventualmente pudiera quedar expuesta a contaminación por radiación accidental.

Durante todo el evento estuvimos representando a la República Dominicana, en nuestra condición de Asesor Científico del Poder Ejecutivo en Geociencias, Sismicidad y Prevención de Desastres, ya que el vice ministerio de Energía Nuclear tomó en cuenta que el accidente que derivó en el desastre nuclear de Fukushima fue generado por un gran terremoto seguido de un maremoto, y que la zona de contaminación ambiental nuclear respondió a las condiciones meteorológicas regionales imperantes al momento del accidente nuclear, por lo que esos peligros deben ser abordados articulando las diferentes disciplinas científicas que puedan ser capaces de dar inmediatas válidas respuestas que permitan a los organismos de socorro, y a los departamentos de salud pública, accionar de manera oportuna para proteger a cualquier población que pueda estar expuesta al riesgo de un accidente nuclear regional o local.

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