Por los senderos del turismo: Santiago de los Caballeros, la ciudad corazón

En un extenso valle de suelo muy fértil está localizada la ciudad de Santiago de los Caballeros. Esta gran planicie (llamada Cibao por los indios taínos) atraviesa, de este a oeste, el centro del territorio dominicano.

En medio de la fértil campiña cibaeña, bañada por las aguas de un Yaque dormilón; con sus calles tendidas al sol, siempre risueñas, gorjea sus canciones la ciudad corazón.
JUAN LOCKWARD
(Letra de su canción dedicada a Santiago)

En un extenso valle de suelo muy fértil está localizada la ciudad de Santiago de los Caballeros. Esta gran planicie (llamada Cibao por los indios taínos) atraviesa, de este a oeste, el centro del territorio dominicano. La población, creada en 1495 por Cristóbal Colón a la orilla del río Yaque del Norte, es el primer “Santiago de América”. Y quizá en ningún lugar del país se perciba con tanta lozanía la esencia del ser nacional como en este conglomerado pujante y vanidoso, acicalado y altivo.

Después de Santo Domingo, Santiago constituye el más importante centro industrial y cultural de la nación. La República Dominicana, principal exportador mundial de tabacos fabricados a mano (los llamados “puros”), tiene en Santiago el centro de la industria. Las fábricas de cemento, de productos para la construcción, de ron y alimentos enlatados, de productos cárnicos, de ropa, pieles, zapatos y plásticos hacen de Santiago uno de los lugares con menor desempleo del país. El Aeropuerto Internacional del Cibao está localizado en las afueras de Santiago, a 15 minutos del centro de la ciudad. Alrededor de 1.4 millones de pasajeros (extranjeros en más de 70%) circularon por este terminal aéreo: el tercero en importancia del país, con unas 9,000 operaciones aéreas realizadas en 2017.

En la ciudad operan más de cinco universidades. Dentro de estas instituciones, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra encabeza la opción académica del entorno urbano y, de igual manera, dentro del ámbito regional tutelado por Santiago. En el proscenio del Gran Teatro del Cibao (una instalación similar al Teatro Nacional Eduardo Brito de Santo Domingo) tienen lugar frecuentes conciertos, representaciones teatrales y galas de ballet. Un egregio ícono de la patria es visible al entrar a la ciudad por el sur: el Monumento a los Héroes de la Restauración de la República. Construido sobre el cerro del Castillo (en una época, la parte más alta del poblado), su fuste se eleva con majestuosidad. La forma exterior del monumento responde al estilo jónico clásico. En la cúspide, el “Ángel de la Paz” (tallado en bronce) mira hacia el casco urbano y ofrece, con los brazos abiertos, un exvoto de armonía y reconciliación. En la parte baja, a la entrada aparecen esculturas de gran tamaño de los pensadores y civilistas de la gesta restauradora: Ulises Francisco Espaillat, Benigno Filomeno de Rojas, Manuel Rodríguez Objío, Eugenio Perdomo, Belisario Curiel y Alfredo Detjeen. Los pisos siguientes exhiben un conjunto de murales alegóricos realizado por el maestro español José Vela Zanetti. Los temas: la trilogía de Padres de la Patria, la batalla del 30 de Marzo, retratos de los héroes de la Restauración, el Ángel de la Paz, la heroína María Trinidad Sánchez, la maestra Ercilia Pepín, el primer gobierno Restaurador, la táctica de guerra de guerrillas, Duarte ante dos muertes y un homenaje a los Restauradores. Al marcharse de este bloque solemne, ciertamente, usted no habrá de ser el mismo. Ni lo serán los árboles y el aire. Una espesa emoción le llenará los sentidos y el alma. Contempló de cerca la bravura heroica del patriotismo. Lo hizo suyo el destello de un arte que transmuta la proeza en inmortalidad sagrada y justiciera.

Nada en el país es comparable al Centro Cultural Eduardo León Jimenes: un núcleo de irradiación pedagógica construido hace 15 años en Santiago para honrar la memoria del fundador de “La Aurora” (una empresa tabacalera convertida, con el paso del tiempo, en el Grupo E. León Jimenes). La principal función del Centro León es impulsar y sostener la cultura y el arte dominicanos. El visitante encuentra aquí tres salas de exposiciones permanentes y una de muestras temporales. ¿Espacios permanentes?: la sala Signos de Identidad (un eje para la interpretación de aspectos citadinos: el ecosistema, la historia y la gente), la sala Génesis y Trayectoria (con muestras del arte contemporáneo dominicano) y la sala Huella y Memoria (dedicada a la historia de la familia y del patriarca del grupo León Jimenes). El centro cuenta con un gran auditorio, un salón multiusos, cafetería y un quiosco donde comprar obras de arte, un souvenir o las colecciones (de libros, de música) editadas por el Centro León. Uno de sus mayores atractivos es la visita guiada a la fábrica de la compañía, en la que el visitante observa la elaboración de uno de los tabacos más prestigiosos de la República Dominicana. Desde cualquier perspectiva, el Centro León es un símbolo de irrepetible excelencia. No solo por la multiplicidad de sus instalaciones. Su compromiso con las expresiones más diversas de la cultura nacional (el folklore, la música y el baile, las artes plásticas, el teatro y el cine) lo define como un paradigma. Modelo, sin duda, de responsabilidad empresarial a favor del arraigo de una identidad y de la visión colectiva de un destino.

Son largas y amenas las noches de Santiago. Acaso tan divertidas y espléndidas como las de Santo Domingo u otra gran ciudad. La excelencia de un chef como Javier Cabrera, con una estrella Michelin y un Sol Repsol (otorgado por la Real Academia de Gastronomía), al frente de la cocina en el Barttola Brasserie, lo llevará por los senderos del fogón contemporáneo. Sobra decir que Javier trabajó de cerca con Ferrán Adriá (El Bulli) y Joan Roca (El Celler de Can Roca), dos de los mejores cocineros del mundo. Desde cualquier perspectiva, la oferta nocturna de Santiago es variada y atractiva. Restaurantes con música de fondo, los clásicos “supper clubs”, discotecas, piano-bares, bares para fumadores de “puros”, tascas bulliciosas…

Pero recuerde: Santiago es Santiago. De repente, alguien le preguntará: ¿Que no conoce usted el estadio de béisbol Cibao, ese lugar donde el fanatismo por las Águilas Cibaeñas iguala al de los ‘hooligans’ ingleses y las ‘barras bravas’ de Europa y Suramérica? ¿Qué tampoco ha visto los retratos y los abiertos flamboyanes que pintaba el maestro Yoryi Morel? ¿Ni conoce la Casa Bader, que fabrica los mejores ‘quipes’ del país y brinda la cerveza más fría del universo? Por favor, cálmese. No emita una declaración arriesgada. Con tranquilidad, sonría. Tal vez el interlocutor apenas busca ser su cicerone. ¿Y por qué no? Sígale los pasos. Santiago será siempre una caja de sorpresas…
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El texto de este artículo procede del libro
“Turismo dominicano: 30 años a velocidad de crucero”, publicación institucional del Banco Popular Dominicano en 2018, de nuestra
autoría.

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