La diplomática es de trato sencillo y de cercanía, sin que eso le reste carácter o fuerza para defender los intereses estadounidenses en suelo dominicano

La embajadora de Estados Unidos en República Dominicana, Robin S. Bernstein, ha desarrollado durante ocho meses una agenda que ha tenido en el foco el tema de la institucionalidad; pero el tiempo también le ha rendido para mostrarse como persona de trato cercano y afable y de poco dada a generar controversia.

Se ha dejado ver bailando bachata y merengue, en lanzamientos de primera bola en el béisbol local, ha asistido a actividades de carnaval, ha compartido con niños de escasos recursos económicos del país y ha accesido hasta a hacerse algunas “selfies” con gente que se lo pide. Esa manera de ser no le impide cumplir las tareas asignadas por la administración del presidente Donald Trump, quien la nombró en el cargo para que represente y defienda los intereses de EE.UU.

Su nominación como embajadora se produjo en noviembre de 2017 y fue aprobada en junio de 2018 por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU. El 3 de julio fue juramentada y el 30 de agosto del mismo año llegó a este país, acompañada de su esposo e hija por el Aeropuerto Internacional de las Américas. Ese día dijo que se sentía muy contenta de haber sido designada “en este bello país de gente amable”.

Pero desde antes de llegar al territorio nacional (incluso antes de ser confirmada en el cargo) ofreció unas declaraciones (7 de marzo de 2018) que generaron molestia en esferas de República Dominicana, cuando garantizó al Comité Senatorial de Relaciones Exteriores del Congreso de EE.UU que, de ser confirmada, trabajaría para que se respeten los derechos de los descendientes de haitianos afectados por la sentencia dictada en 2013 por el Tribunal Constitucional dominicano. Esas declaraciones de Bernstein parecían el preludio de otra gestión de controversia por parte de un embajador norteamericano, tomando en cuenta que su antecesor (James -Wally-Brewster) siempre dio de qué hablar, especialmente por su defensa acérrima del derecho de las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Un derecho del que habló en diversos foros, algo que generó repudio por un lado y aplausos por otro.

La actual representante de EE.UU ha sido diferente en la forma, sin que eso le reste carácter. El día 11 de marzo de este año 2019 dijo sin rodeos que una de las principales preocupaciones de su gobierno es que en República Dominicana, probablemente por la falta de transparencia y un sistema judicial independiente, los corruptos no son presentados ante la justicia. En una entrevista que concedió a la periodista Alicia Ortega, Bernstein advirtió que EE,UU cuenta con mecanismos de presión contra personas involucradas en casos de corrupción que logran salir de los procesos judiciales sin una condena que castigue sus delitos. Y entre esos mecanismos de presión mencionó la supresión de visados para esas personas corruptas. En la misma entrevista dejó claro (cuando se le preguntó) que su país ni apoya ni rechaza la reelección del presidente Danilo Medina, ya que esa es una decisión del pueblo dominicano.

Hace poco, el pasado 26 de abril de este año (un día después de haberse reunido con el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Francisco Ozoria)- la embajadora visitó al presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Román Jáquez Liranzo, precisamente en momentos en que el TSE es cuestionado y presionado, alegadamente por parte de sectores del gobierno, por la sentencia que anuló la convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y que llevó al presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez, a pedir a la Cámara de Diputados interpelar a los jueces que votaron a favor de ese fallo.

Un comunicado del TSE indicó que con Bernstein se conversó sobre los retos que implica para la alta corte la celebración de las primarias de los partidos políticos, las elecciones municipales, presidenciales y congresuales. Se tratara de una coincidencia o no, la visita de la diplomática estadounidense representó una suerte de espaldarazo al magistrado Jáquez Liranzo, comentaron algunos analistas y expertos en temas de derecho.

A Robin S. Bernstein le ha correspondido asumir el cargo en momentos en el que EE.UU no mira “con buenos ojos” a República Dominicana, luego que este país rompiera relaciones diplomáticas con Taiwán y estableciera nexos con China Popular, el primero de mayo de 2018.

Por eso, apenas cuatro días después de que Bernstein presentara sus cartas credenciales al presidente Danilo Medina y 11 días después de haber asumido el cargo, fue llamada a consulta para evaluar la decisión del Estado dominicano sobre los vínculos formales con el gigante asiático.

Aunque el terreno esté caliente, tira bien la bola

La nueva embajadora estadounidense ha dejado bien claro que sabe lanzar la pelota y que no se acompleja cuando se trata de bailar bachata y merengue. Lo cierto es que Robin Bernstein le ha puesto “sazón” a un panorama en el que EE.UU ha buscado mantener su influencia en este país caribeño, que cumple el día primero de mayo el primer año de establecimiento de relaciones diplomáticas con China. Desde su llegada al país, Bernstein ha “peinado” varias zonas de la geografía dominicana con visitas puntuales a alcaldes, instituciones militares, equipos de béisbol, centros artísticos y educativos, clínicas, grupos empresariales y otros.

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