La administración del presidente Danilo Medina actuó con la mejor intención cuando acometió la reparación, reconstrucción y equipamiento de 56 hospitales, al mismo tiempo. Pero tal decisión, sin contar con todos los recursos a mano, y los medios para llevarla a término, se ha convertido en una pesadilla para miles de usuarios de los servicios de salud.

Sólo con verificar que todavía, desde 2014, hay hospitales fundamentales para la salud de las personas “intervenidos”, sometidos a un proceso de reparación interminable. Es el caso dramático de uno de ellos, el cual provoca este comentario, y que describe hoy la periodista María Teresa Morel, que sugiere la necesidad perentoria de que sea declarado en emergencia: es el centro regional Antonio Musa de San Pedro de Macorís, donde compite el abandono con un programa de rescate. Una contradicción increíble.

Emerge la necesaria comprensión de que con el mismo espíritu con que fueron iniciadas las obras en los 56 hospitales al mismo tiempo, haya un esfuerzo concentrado para terminar a la mayor brevedad cada uno de ellos. Que se ponga énfasis en casos como el hospital Antonio Musa.

Verdad que la situación deviene de una buena intención, que se hace un gran esfuerzo por modernizar todo eso, pero hay que preguntarse a qué costo humano, si no se destinan los recursos y los medios oportunamente.

En un año y meses que resta a la actual administración, el presidente Medina debe esforzarse en dejar esos hospitales operando con un mínimo de funcionalidad, de modo que no queden como un lastre, sino como modelo de gestión exitosa.

Los hospitales regionales son clave para evitar que la gente tenga que terminar en el Gran Santo Domingo buscando soluciones médicas a situaciones que deben resolverse definitivamente en esos establecimientos.

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