Delia Blanco se considera “solidaria cómplice de la dominicanidad en sus brillos y en sus problemáticas

Delia Blanco agradece a sus abuelos y a sus padres el haberle dado una educación abierta. Entiende que todas esas sabidurías y enseñanzas que recibió de ellos, fueron instrumentos fundamentales que le dieron la humanidad que se necesita para amar, querer, acompañar y vivir en República Dominicana. Se considera una social demócrata, que cree en las sociedades, donde el sector público y privado tienen que darse la mano, “no creo en las nacionalizaciones, ni en las estatizaciones de los rieles económicos, no creo en el colectivismo de estado, creo en la cooperación de sectores”.

1. Orígenes
Soy francesa de nacionalidad, descendiente vasca, toda mi familia republicana, antifranquista, desciendo de una familia democrática. Pasé mi infancia entre Francia y España, con mis abuelos, con quienes tenía una relación sumamente afectiva, llena de fuerza, de humor, de comunicación y conectividad con mis primos y, con un amor increíble por mi madrina y mi padrino, Delia y Manuel Redonda. Mi abuela materna, Catalina, era vasca, mi abuelo materno, Genaro, era un libre pensador, sumamente erudito, culto y muy libertario. Adoré, sobre todo al padre de mi papá, Manuel, le decía Papá Lelo, él me hizo una infancia feliz, lúdica, forjó mi sensibilidad humana, de un catolicismo no vaticanista, la figura de Cristo era importante para mí, esa fue la que me transmitió, sobre todo me inculcó una capacidad extraordinaria de convivir con las diferentes clases sociales, me enseñó el respeto a la tierra. Papá Lelo era dueño de bosques de pinos, robles y acacias para la construcción naval, recuerdo que comíamos junto a los jornaleros en una larga mesa de madera, era su nieta preferida, sucumbía a mis antojos, me tenía un amor sagrado”.

2. Aprendizaje
De pequeña era muy inquieta, manifestaba una gran precocidad, a los cuatro años leía y escribía, no sabían qué hacer conmigo. Cuando tenía siete años, llegó un seminarista a la Parroquia de San Marcos, mi abuelo me envió con él para que me enseñara latín, como forma de frenar mi hiperactividad. A través del seminarista capté mi pasión por las lenguas, me apasioné por el latín como quien descubría una lengua mágica, capté la didáctica y la pedagogía, de que hay que enseñar a los niños con diversión, ese seminarista me dio el tronco para devenir con el tiempo lingüista”.

3. Sus padres
Mi madre Flora Jiménez Bilbao, era una mujer vasca preciosa, con mucho humor, de carácter fuerte, sabía que era demasiado guapa, bonita, era afectuosa, fiel amiga y solidaria; amante de la moda y extraordinaria costurera, ella me hacia mi ropa de niña. Cuando descubrieron en ella su don casi de alta costura, trabajó con los mejores diseñadores de moda, era admiradora de Oscar de la Renta, a quien una vez que vino a Francia a trabajar con la Casa Balmar, le dijo orgullosa que tenía una hija que estaba enamorada de su país. Mi padre era mucho más discreto, prudente, demasiado reservado, de una bondad inmedible, afectuoso, un gran intelectual, de muchos conocimientos y aperturas con el mundo. Tengo una hermana, María Concepción, y un hermano mayor, Lorenzo, del primer matrimonio de mi padre”.

4. Visita a RD
Estudie Antropología y Letras en la Universidad de La Sorbona, tuve la oportunidad en los años 70, estando en la comunidad de Estudiantes Católicos, dirigida por Jesuitas, a mí me formaron jesuitas, eran los años de Camilo Torres en Colombia, de conocer estudiantes dominicanos que estudiaron en Francia, como el abogado Porfirio Hernández, el jurista Víctor Livio Cedeño, el político Che Serulle, el intelectual Rubén Silié, ellos me configuraron un país extraño, una isla dividida en dos, lo encontraba interesante, entonces dio la casualidad que en 1974, la UNESCO lanzó una beca para los estudiantes del Centro de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos (CEILA) para investigar sobre América Latina, me postulé y gané, vine al país, investigué en el Archivo General de la Nación, conocí la obra que Hamlet Hermann sobre la historia de Samaná, un profesor de la Universidad de Utrecht casado con una señora de apellido Espinal de Santiago me abrió los archivos de sus micro películas, me apasionó por la complejidad, no de la historiografía del libro, sino una historia científica, asentada en la verdad de los hechos, no en la interpretación nacional nacionalista sencillamente de los hechos, tuve la suerte de conocer a muchas personas de ideologías muy diferentes”.

5. Investigación
Luego de siete meses en el país, regresé a Europa, pero me quedó un sentimiento muy fuerte de República Dominicana, quería conocer más sobre ella, tenía que buscar la manera de vivir aquí. Después de terminar mi maestría sobre temas de la clasificación social cultural y racial dominicana, decidí estudiar la dominicanidad, a través de la literatura y las artes dominicanas para el Centro de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos, me di cuenta de que aquí bahía una negritud racial, manifestaciones de artistas y personalidades afro caribeñas, hay una figura, la de José Francisco Peña Gómez, un personaje interesante, aquí había un remanso para una antropóloga como yo problematizada en asuntos de la identidad, busqué la manera de colaborar con los movimientos de identidad del país, la PUCMM me ofreció un contrato para dar clases de literatura, duré tres años, buscaba la forma de vivir de manera local, no vine con las lanzas de Toledo, ni con la ONU, ni con un contrato en dólares de ninguna ONG, vine, porque opté libre y conscientemente por este país”.

6. Un espacio en RD
Poco a poco sentí que tenía un espacio en el país para mi pensamiento de mujer libre, comunitaria, que podía hacer un trabajo democrático, a través de lo intelectual y de lo artístico. Poco a poco las personas me fueron conociendo, porque escribí en el periódico El Sol, que me permitía libertades de expresión y de análisis formidables, escribí sobre la afro americanidad, sobre las luchas antirracistas, de educación de las artes… Eran los años 80, en Dominicana, la prensa era un puente, tenía sed de reflexión, de conectividad, de pensamiento. Luego colaboré en el periódico El Siglo, donde su jefe, Osvaldo Santana, tuvo mucho que ver con esa conectividad social, entre pensamiento y acción para la democracia, hubo mucha apertura, durante la gestión de Osvaldo. Nunca olvidaré los años en El Siglo, donde aprendí el país entero, nos daban recursos para ir a investigar a las regiones, el periodismo en el país me permitió crecer más en mi pensamiento”.

7. Especialista del Caribe
República Dominicana me convirtió en una especialista del Caribe, a partir de 1989 luché para que la dominicanidad contara en la caribeidad, trabajé como consultante asesora de la Fundación Cultural de los Pueblos de África, Caribe y Pacífico con sede en la Unión Europea en Bruselas. El presidente de entonces, Manuel Marín González, Dios lo tenga en gloria, me llamó para trabajar como coordinadora de Proyectos Culturales, trabajé 15 años con fondos europeos, organicé en Francia un evento que se llamó “Leer el Caribe”. Durante una gira por toda Francia, llevé a Marcio Veloz Maggiolo a presentar sus libros, también produje a Xiomara Fortuna y su Grupo Caliumbé, le organicé giras por Europa, introduje Memoria Insular, puse mi posición al servicio de la dominicanidad, que me ofreció el disfrute de saber cada vez más de los dominicanos, de tener una identidad cultural e intelectual propia. Me siento orgullosa de ser especialista de este desorden”.

8. Grandes amigos
Fui profesora en la universitaria de Bruselas, en Francia, durante casi 15 años, pero siempre venía al país en mis vacaciones, porque tenía muchos amigos, uno de ellos era Peña Gómez, lo adoraba mucho, todavía lo quiero. Peña se formó en Francia, cuando ganó Antonio Guzmán las elecciones, yo estaba aquí, vinieron todas las delegaciones socialdemócratas de América Latina, de Europa, ahí conecté con Peña, que era el presidente de la Social Democrática, soy socialdemócrata, Peñagomista, porque él tenía un proyecto social democrático cabal para este país, el plan de capacitación profesional que tuvo Peña no lo tiene todo el mundo, y desde el punto de vista de la socialdemocracia que tuvo don Antonio fue maravilloso, me acuerdo de esos lemas “Conoce tu país primero”, para incentivar el turismo nacional, “Fuma lo tuyo, fuma Montecarlo”, son cosas que uno no olvida. Que figura Peña, que historia, que temperamento; afectuoso, a veces disparado, emotivo, él era loco de Francia y de François Mitterrand, soy de esa generación, en los años 80 hice campaña abierta para que ganara. En su casa de la Paseo de los Locutores, Peña me recibía en su oficina, me hablaba de política, me decía muñeca. Un día, al verme tan esperanzada, me dijo muñeca voy a ganar las elecciones, pero no me van a dar el poder, y así mismo fue. Cada vez que Peña iba a París, me llamaba, lo acompañaba al Palacio Presidencial. La última vez que lo vi, estaba enfermo”.

9. Candidatura
En 2010 con la Organización Internacional de la Francofonia (OIF) presentamos la candidatura del país como Miembro Asociado a la Francofonía, estaba con Rafaelito Alburquerque, me nombraron miembro delegada, con Laura Faxas, agradezco la confianza de Rafaelito cuando me dijo que viéramos juntos su discurso, identificamos algunas cosas, modificamos otras. El país fue aceptado a unanimidad, hoy día soy Embajadora Adscrita de la Francofonía en el país, por decreto presidencial de Leonel Fernández, quien me otorgó la nacionalidad dominicana por privilegio. Eso para mí fue lo más grande que me ha pasado en el país, como también el premio Caonabo de Oro y la carta de felicitación que recibí de don Danilo Medina”.

10. Reconocimiento
Fui invitada al Festival de los Poetas de América Latina en el marco de la Semana de América Latina de París, donde me dieron un reconocieron. También en la Bienal del Caribe y en la Bienal de Poesía me reconocieron como caribeista. Una vez me invitaron junto a escritores como Roberto Retamar y Nancy Morejón al Palacio Presidencial, recuerdo que cuando el presidente François terminó su discurso, fue a saludar a la delegación, intelectuales, embajadores y ministros, cuando me vio me dijo Delia, le contesté, François, fuimos compañeros de estudios, cuando volvió donde mí, le dije que quería hiciera de nuevo un gran viaje por América Latina como lo hizo Mitterrand en aquellos años. Le dije que quería que conociera a Dominicana, me dijo que iba a construir un viaje, pero se retiró de la vida política. Luego del desastre que causó el terrorismo, el partido calló muy bajo, los extremos de derecha subieron, en fin, circunstancias que surgieron que no permitieron que se diera ese viaje”.

Recuerdos

Un momento grande mi vida fue cuando conocí al escritor Julio Cortazar, y de haber mantenido, hasta su muerte, una gran relación de amistad y de cariño. Me llena de orgullo haber publicado su entrevista en una revista que se llamaba “Letra Grande”, a partir de ahí, toda una generación de los años ochenta me conoce y me distingue. Otro momento importante fue cuando François Mitterrand ganó las elecciones en 1981, fui militante de su propuesta de gobierno, en mi barrio de París me conocían por eso.

Me sentí orgullosa, siendo estudiante de la Universidad de La Sorbona, y amante de República Dominicana, cuando vi a un presidente dominicano, Leonel Fernández, en su primer mandato, vestido con la toga de Ermita hacer un discurso en francés, con un contenido universal, eso para mí fue muy importante, porque este país estaba en una autarquía total. Otro gran momento, fue cuando Félix Sánchez ganó los 400 metros, estaba en Saint-Denis, París, el comentarista lo confundió con un cubano, junto a mis amigos subí a la tribuna, le dijimos que él no era cubano, sino dominicano. Cuando el comentarista dijo el dominicano Félix Sánchez, campeón del mundo en 400 metros, sentí una emoción muy grande.

Amistad
Me hice muy amiga de Peña Gómez, lo adoraba mucho, todavía lo quiero, él tuvo un proyecto democrático social y de capacitación profesional cabal para este país que no lo tiene todo el mundo.

Liderazgo
Soy Embajadora Adscrita de la Francofonía por decreto presidencial de Leonel Fernández, que me otorgó la nacionalidad dominicana por privilegio”.

Satisfacción
La dominicanidad me ofreció el disfrute de nunca cesar de investigar, de sentir, de saber cada vez más de los dominicanos”.

Aprendizaje
Nunca voy a olvidar esos años en El Siglo, donde aprendí el país entero, porque nos daban recursos para ir a las regiones para investigar”.

Gratitud
Uno de los momentos más importantes fue haber recibido el premio Caonabo de Oro y la carta de felicitación que recibí de don Danilo Medina”.

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