Introducción

Permítanme ofrecerles para el Día de las Madres, Mayo 2019, estos textos sobre ellas, escritos por mí, el primero de ellos en 1973.

1. Serenata a mami Nena (mi madre)
Madre,
acaba de llover.
La noche ha lavado su cara
y la lluvia ha empapado la Madre Tierra.
Los cielos le han devuelto
-nada nuevo-
Las muchas aguas que ha poco,
de la misma Madre Tierra,
vaciándole su seno,
habían bebido.

Nuestra serenata
es lluvia mañanera de canciones,
que busca empapar de cariño de hijos
tu corazón materno,
devolviéndote así
-nada nuevo-
el mismo cariño
que de ti misma,
de tus labios, tus caricias y tu empeño,
habíamos bebido.
(Día de las Madres, Mayo 27 de 1973).

2. Madre de ayer, madre de hoy

Antes del último domingo de mayo, en muchos países e instituciones ya han celebrado el Día de las Madres. Nosotros, en cambio, lo acariciamos durante todo el mes y dejamos la gran celebración casi para el último día.

Antes de escribir esta cuartilla, una madre me dijo: “Supongo que escribirá “Un momento” sobre el Día de la Madres. Pero no lo haga sobe la Madre sufriente. Ya nos lo han dicho tantas veces”. Entonces comencé así:

Antes de las promociones y ofertas de regalos de las grandes tiendas y almacenes, ya el Día de la Madres era noticia.

La mujer de hoy, igual que la mujer de ayer, desea, quiere ser madre. Ese deseo es un impulso de la naturaleza, una meta del corazón y un don de Dios.

La mujer de hoy, igual que la mujer de ayer, trabaja y aporta al hogar. Pero las condiciones modernas de trabajo son
diferentes.

Ser madre, esposa y profesional u obrera al mismo tiempo es un reto para la mujer actual. Y no debe renunciar a ninguno de los tres polos. Su esfuerzo y su lucha deben ir orientados a que la sociedad moderna le ofrezca condiciones de vida para realizarse plenamente en esa tres dimensiones de su ser mujer.

Felicidades a la mujer, a la esposa, a la profesional u obrera, a la madre de ayer, de hoy y de siempre.

3. Cantemos a Las Madres

En ocasiones la cualidad del hijo cualifica a la Madre de tal manera que le da unas connotaciones que no tuviera, si no fuera por el hijo. Citemos el caso más celebre: María de Nazaret recibe sus calificaciones más excelentes de su Hijo, Jesús, el Mesías. Ella es Madre de Dos, porque el Cristo es el Hijo de Dios. Pero también, la madre marca al hijo: la humanidad de Cristo, por ejemplo, le viene por María y la influencia cultural judía la recibió, en parte, por ella.

En otros casos la herencia, la educación, la guía materna, marcan de tal manera a un hijo, que ellas, hacen de ese hijo un personaje notable e influyente en su tiempo y a través del tiempo. De todas maneras, en cualquier caso, un hombre grande no es fruto del azar ni producto solo de su propio esfuerzo, Siempre detrás de él hay una madre o muchas madres: la mujer que le dio el ser o las muchas mujeres, la cadena de sus antepasados, que fueron forjando poco a poco a ese descendiente ilustre.

De ahí que no se puede medir una madre por su condición económica y social, pobre y humilde, detrás de cualquiera de ellas se esconden hijos notables.

Ante cualquier madre hay que quitarse el sombrero, inclinar la cabeza en señal de respeto y cantarle un himno justo y merecido.

4. Madre y madres

1. El nombre de “madre” es evocador. Despierta en cada hijo una multitud de sentimientos, pensamientos, imágenes, recuerdos, difíciles de describir y diferentes en cada persona. Como el eco, la palabra “madre” resuena sin cesar en las profundidades del ser humano y su repetición siempre tendrá matices nuevos.
Normalmente, se atribuyen a la madre el amor, el afán, la ternura, la entrega, la abnegación, el sacrificio, la misericordia, el perdón y la fortaleza. Las madres son tiernas, pero no son débiles.

Se cuenta que un hijo, arrastrado por la ira, mató a su madre, le arrancó el corazón y salió corriendo con él entre las manos. Tropezó, cayó y el corazón rodó por tierra. Habló, entonces, el corazón. No recriminó al hijo ni le echó en cara su crimen, solo le dijo: ¿Te has hecho daño, hijo mío?

2. La larga historia del cosmos demuestra que uno de los más grandes y mejor terminados regalos de la creación y de la evolución a la humanidad es la madre. Es un fruto probado y experimentado.

La madre es clave para tener sujetos sanos y equilibrados, para fundamentar pueblos y naciones. Por muchos avances que hayamos logrado en los más diversos órdenes, sobre todo en las últimas décadas, la madre sigue siendo un punto de referencia indiscutible, que garantiza que no se pierda el rumbo de “lo humano” en medio de tantos cambios tecnológicos y culturales.
3. Una de las características de las madres es la fecundidad: comunican el ser. Son generosas, dan vida, la protegen y la defienden.

Por eso, con toda razón, se habla de “la madre tierra”, “la madre naturaleza” y “la madre patria”. También ellas son fecundas, generosas y dan vida. Aunque muchas veces se les maltrata y se les golpea, y se les hace daño, se recuperan y siguen, generosamente, dando frutos. Cuando se les arranca el corazón, sólo atinan a repetir, cono toda madre: “¿Te has hecho daño, hijo mío?”. Porque cuando a una madre, a cualquiera de ellas, se le hiere el corazón, uno mismo tropieza, cae y se hace daño. Sino pregúnteselo a la “madre tierra”, “a la madre naturaleza”, o “a la madre patria”.

4. Otra característica de las madres es la espiritualidad, que va más allá de la mera comunicación del ser físico y carnal.
Por eso, hay también “madres espirituales”. Son aquellas mujeres que, en su generosidad, manifiestan a otros, no nacidos de su sangre ni su carne, los atributos de una madre auténtica. También son ellas un hermoso regalo a la humanidad. Abundan “las madres espirituales”. Son más de las que normalmente se cree.

Entre ellas hay que colocar a las monjas, a las madres adoptivas, a las que trabajan con niños y jóvenes abandonados, a muchas maestras y a las que acogen, de alguna manera, a mucha gente, que cuidan y protegen con su cariño, su compañía y su consejo. La más conocida de las madres espirituales modernas es la Madre Teresa de Calcuta.

Las “madres espirituales” pueden dar seguimiento a muchos hijos al mismo tiempo. Así su fecundidad se multiplica, muchas veces, de manera increíble.

Entre los cristianos, hay una madre espiritual universal, que ocupa un lugar especial en su corazón: María, la Madre de Jesús, el Salvador de todos. Ella cobra un rostro y un nombre particular para cada pueblo. Entre los dominicanos, la identificamos, sobre todo, con el nombre de “Virgen de Altagracia”, “Madre espiritual del pueblo dominicano”, y la apodamos cariñosamente “Tatica”.

5. “Madre sólo hay una”, se suele decir; y es verdad:
– la madre que te dio el ser
– la madre tierra
– la madre naturaleza
– la madre patria
– la madre espiritual

6. Tan fuerte es el amor de madre, tan grande su dedicación, que cuando no actúa como es su ser se dice que “es una madre desnaturalizada”.

Solo el amor de Dios, que creó el corazón de la madre y es ella misma imagen y reflejo del amor divino, supera el amor de la madre. Por eso dice el mismo Dios de sí mismo en las Sagradas Escrituras: “Aunque tu madre te abandone, yo nunca te abandonaré”.

7. Ante la figura excelsa de las madres, brota desde lo más profundo de los hijos, un poema y una canción:

“Venid los moradores del campo y la ciudad
entonemos un himno de intenso amor filial
cantemos a las madres su ternura y su afán
y su noble atributo de abnegación sin par”.
Doña Trina Moya de Vásquez

Conclusión

CERTIFICO que a lo largo de mi vida algo he escrito o dicho sobre las Madres con motivo del Día de las Madres, el
último domingo de mayo.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintitrés (23) días del mes de mayo del año del Señor dos mil diecinueve.

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