¿Somos realmente un país inseguro?

Hablar de que no hay criminalidad en el país sería tapar el sol con un dedo. Recientemente, se han dado una serie de situaciones, que incluso han afectado la primera familia de nuestro …

Hablar de que no hay criminalidad en el país sería tapar el sol con un dedo. Recientemente, se han dado una serie de situaciones, que incluso han afectado la primera familia de nuestro país.

En todos los países del mundo suceden eventos de violencia, muchas relacionadas con narcotráfico. Pleitos entre pandillas o consumidores que se convierten en asaltantes de poca monta para poder pagar su vicio y que pueden llegar a ser violentos en la medida de las exigencias de esos vicios.

La inseguridad es un problema mundial. El viernes pasado en una instalación municipal de Virginia Beach, en el estado de Virginia, Estados Unidos, un demente, porque no hay forma de describirlo, entra a un establecimiento y asesina a más de doce personas e hiere a muchos más.

Por muchos años Miami fue un lugar inseguro, hasta el punto de que debieron crear la ruta del sol, donde los turistas transitaban seguros. Todavía hoy, a nadie se le ocurre pasear por la avenida 27.

Puerto Rico fue uno de los lugares más inseguros para residentes y turistas. Recuerdo de muy joven al ir a visitar a una tía de mi Madre, que el ascensor tenía rejas y todas las casas parecían prisiones más que residencias.

Con esto no quiero decir que no debamos prestar atención a los últimos acontecimientos sin analizar los mismos. La pareja que murió fruto de un desgraciado accidente en la autopista hacia el aeropuerto venían a alta velocidad por la autopista de Samaná por temor a perder el avión y desconociendo las carreteras.

El caso de la turista Tammy Laurence, así como es de lamentar, me pregunto si ocurrió en enero como informan, es ahora que lo hacen viral en una promoción negativa del país. Ella misma dice, que luego de sanar es que decide contar su historia. Los dominicanos hubiésemos preferido saber de algo que no aprobamos inmediatamente, para evitar la recurrencia y que nuestras autoridades pudieran ser más activos en la persecución de criminales.

El Ministerio de Turismo no tenía conocimiento del caso, el hotel ha dicho que junto a las autoridades lleva una activa investigación y ha hecho lo correcto al no emitir ningún juicio por respeto a la señora Laurence.

Es la propia embajada de los Estados Unidos que ha dicho, que a pesar de estar el país en clasificación dos de riesgo, existe en los complejos turísticos mucha seguridad, de la cual no sólo se preocupan las autoridades sino los propios hoteles.

Dos turistas aparecieron muertos en su habitación, pero en la misma se encontraron muchos medicamentos, algunos contraindicados con el uso de alcohol, que sólo comento porque aun las autoridades no han reportado las causas, pero deben actuar con prontitud para aclarar el lamentable hecho.

Todo esto no puede movernos a excusas, el turismo norteamericano es el de mayor afluencia al país y todo esto se convierte en mala publicidad para nuestra mayor industria.
Siempre debemos recordar que un hecho violento repercute más en las noticias que miles de turista satisfechos.

Las autoridades no pueden dejar pasar estos acontecimientos. Posiblemente, sea la voz de alarma, en especial para el poder ejecutivo y al legislativo, y terminar de reformar nuestro Código Penal, que más que un castigo al delincuente es una licencia para matar. El afectado debe denunciar, concurrir a las causas donde debe enfrentar a los atacantes, que muchas veces les hacen amenazas para que desistan y sin dudas, llevan las ventajas.

El país puede pagar consecuencias caras de no terminar de aprobarse el nuevo código, engavetado por las diferencias en cuanto al aborto. Nuestra Constitución es clara, la vida se respeta desde la concepción; así que limitar leyes que protejan a los ciudadanos por querer buscar la manera de ir con la corriente de irrespetar la vida cuando, no importa las vueltas que le demos al nuevo código, el derecho a la vida es inalienable.

¿Cuál es la diferencia entre un aborto y contratar a un asesino a sueldo? ¿Cómo se determina que el niño por nacer se le puede limitar su derecho, por un simple hecho de entender que no está sano? ¿Acaso estamos mucho más sanos cuando no aprobamos una ley que puede evitar más crimines y el temor de venir a nuestro país? Peor aún, permitir que nuestros competidores se aprovechen de hechos que no representan la realidad de un país que, con sus dificultades, no es ni remotamente parecido a otros.

Es el momento de cambiar el viejo código y darnos leyes que protejan al afectado y no al criminal confeso, al criminal repitente que sale libre fácilmente o al que es la propia justicia que le da las facilidades para continuar libre en las calles cometiendo más atrocidades.

El Papa, ante centenares de fieles, con relación al aborto, lanzó la pregunta a la espera de la respuesta unánime e inmediata de los congregados. “¿Pero ¿cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano un acto que suprime una vida inocente e inerme en su nacimiento? Yo os pido: ¿es justo ‘quitar’ una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema?”

Pongamos atención a lo que está sucediendo, ya la publicidad negativa es abundante, trabajemos todos en resolver los problemas que crean inseguridad para turistas y nacionales.

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