Videojuegos, la nueva enfermedad mental

Visitaba el hogar de un amigo. Era de noche. Estábamos en la sala. En una de las habitaciones su joven hijo discutía en voz alta, pero nadie le respondía.

Visitaba el hogar de un amigo. Era de noche. Estábamos en la sala. En una de las habitaciones su joven hijo discutía en voz alta, pero nadie le respondía. “Esto es extraño”, pensé. Así continuó durante dos horas. Luego entendí que estaba sumergido en un videojuego, el cual compartía en línea con otros muchachos.

Su padre, ya algo incómodo, le pidió que dejara de jugar. Hubo una fuerte discusión, el mozalbete empezó a gritar por la decisión, expresó algunas palabras descompuestas y cerró la puerta con violencia. “No sé qué hacer, mi hijo no duerme y ha descuidado hasta los estudios por culpa de esos videojuegos”, me confesó preocupado.

Cuento esta breve historia porque hace días leí que, de manera oficial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la adicción a los videojuegos es una enfermedad mental. Catalogó esa práctica como un tipo específico de trastorno mental y la incluirá, en el año 2022, en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud. Previamente había añadido la adicción a los videojuegos a su lista de comportamientos potencialmente perjudiciales.
La OMS establece que ese trastorno se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego continuo o episódico, pero recurrente, sea en línea (a través de Internet) o fuera de línea.
Se destaca por el progresivo deterioro en el manejo del juego y por la pérdida de control sobre la duración, frecuencia e intensidad de las sesiones, produciendo un incremento en la prioridad dada a esto que llamo “vicio”, al grado de que prevalece sobre otros intereses y actividades de la vida diaria.

El organismo internacional lo considera enfermedad porque la persona continúa o incrementa el juego a pesar de sus consecuencias negativas. Los videojuegos pueden causar un deterioro significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes de funcionamiento.

A esto se agrega otro mal: la nomofobia, que significa “no-mobile-phone phobia”. Es un temor irracional de estar sin celular o móvil, sea porque se les haya quedado en algún lugar, porque no tenga batería o porque carezca de señal. Cuando no lo tienen, se sienten incómodos, inseguros, ariscos. Estos aparatos han sustituido las conversaciones en la familia y con los allegados.

Los afectados de nomofobia (incluyo los videojuegos) sufren ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y de estómago. Dicen que hasta puede provocar locura.
Este artículo se lo enviaré de inmediato a mi amigo y le sugeriré, muy respetuosamente, que busque ayuda profesional para su hijo, quien ya está contagiado por la nueva enfermedad mental: los videojuegos.

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