Un diamante perdido en la montaña

Enclavado en la cordillera central, en Constanza y a una altura de 4,290 pies, donde la temperatura corriente en verano, solía ser de 10 grados centígrados, una zona privilegiada, rodeado de pinares, este centro hotelero se inauguró el 19 de junio de 1954, a un costo de un millón de pesos. Con una extensión de 84, 895 metros cuadrados, este hermoso proyecto, al momento de su inauguración, contaba con todo el confort y lujo de los grandes hoteles de turismo.

El edificio de dos plantas, de líneas sobrias y en armonía con el paisaje de montañas, de block y hormigón armado, con 56 dormitorios y servicios de agua fría y caliente, dispone, asimismo, de una suite presidencial de 4 dormitorios con sala de espera, comedor, sala de estar y terraza con vista al valle de Constanza.
Además, el hotel contaba con un patio español, una terraza de invierno anexa al bar, una sobria y elegante terraza y un moderno y elegante bar. Entre las muchas diversiones que ofertaba a sus huéspedes, se incluían paseos a caballo, los cuales se extendían hasta Valle Nuevo, a una dos horas de viaje desde Constanza, juegos de tenis, baños en un balneario en el salto del arroyo Constanza, golf en miniatura, salones para cine, baile, entre otras actividades propias de un hotel de esta categoría, así como con una planta propia para asegurar el suministro de energía. Cabe destacar que todo el mobiliario del establecimiento fue confeccionado en Italia, así como la cristalería y lencería.

La construcción de la obra fue dirigida por el ingeniero Antonio M. Molina, y su primer director fue el señor Guillermo Ventre. Cabe destacar que para facilitar el traslado de los huéspedes al hotel la Compañía Dominicana de Aviación realizaba cuatro vuelos semanales a esa Constanza, así como aviones disponibles para ser fletados para este fin. La bendición de las instalaciones estuvo a cargo de Monseñor Octavio A. Beras y el discurso de orden lo pronunció el licenciado Julio de la Rocha, Secretario del Tesoro. A la inauguración asistieron funcionarios del gobierno y miembros del cuerpo diplomático acreditado en el país.

Cuando una pareja de novios decidía contraer nupcias, optaba por disfrutar su “luna de miel” en el Nuevo Suiza, lo mismo hacían algunas parejas de esposos quienes iban a Constanza a disfrutar de la montaña, paisaje y el aire fresco del lugar.

En adición a las actividades propias de este tipo de establecimiento, el Nueva Suiza era el lugar escogido para realizar seminarios, cursos, talleres y todo tipo de actividades de capacitación de empresas e instituciones del Estado.

Este complejo turístico debe su nombre a que precisamente en Suiza, había un hotel llamado “Constanza” en cuyo lugar se respiraba un clima tan agradable como el que se vive en esa hermosa zona de nuestro país.

Pero todo ese brillo y esplendor de sus años dorados duró poco; con el paso del tiempo entre arrendamientos y falta de manteniendo toda esta estructura fue perdiendo su esplendor, por lo que queremos presentar una cronología de todos los procesos de arrendamientos y problemas que ese centro hotelero ha padecido a lo largo de su historia:

En febrero de 1965, y ante rumores de cierre, el organismo encargado de velar por su funcionamiento, o sea la División de Fomento Hotelero, en la persona de su jefe, el ingeniero Manuel Delgado Billini, salió al frente para desmentir dicho cierre y expresó que el mimo sería objeto de remodelación para ofrecer mayor comodidad y confort a sus clientes.

En junio de 1967, ante rumores de posible arrendamiento, sus empleados solicitaron al Gobierno que se mantuviera en manos del Estado. Para julio del mismo año la División de Fomento Hotelero adscrita a la Dirección General de Turismo, anunciaba haber recibido ofertas para el arrendamiento de todos los hoteles del Estado, entre los cuales se encontraba el Nueva Suiza, destacando que para este hotel las ofertas procedían de dominicanos, muchas de ellas de los propios administradores nombrados por el gobierno. En octubre del mismo año el señor Angel Miolán, secretario sin cartera y encargado de la Dirección General de Turismo dejó en manos del presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, la decisión del arrendamiento de todos los hoteles del Estado.

Un año después, en diciembre de 1968, el Estado lo arrendó por la suma de 600 pesos al mes al señor Rafael Marúm Tactuck, quien pagaría ese monto durante los dos primeros años que siguen al arrendamiento, para luego pagar 700 pesos hasta el término del contrato que fue suscrito a nombre del Estado por el director de turismo, señor Ángel Miolán.

En julio de 1973, otro obstáculo se interponía en el desarrollo de ese centro cuando su administrador, Euclides Santos, se quejó de que una campaña puesta en acción por un empresario hotelero que no identificó, pagaba a los dulceros que vendían en los restaurantes de Bonao y La Vega, para que impidieran que los vacacionistas llegaran al lugar, lo cual definió como “agresión gratuita”.

En noviembre de 1986, el otrora paraíso soñado de los enamorados y recién casados, presentaba un deterioro en sus instalaciones las cuales se encontraban en condiciones desastrosas, debido a que desde la década de los sesenta no se le daba mantenimiento.

En enero de 1991 y pese a lo prometido por el presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, de que esa instalación sería reconstruida, los trabajos para tales fines no habían comenzado. El aspecto que presentaba el hotel era calificado de deprimente y desolador. El administrador para la época era el señor Rafael Contreras Aquino, el cual se declaró impotente ya que la obra necesitaba una inversión económica para ponerlo a funcionar adecuadamente.

Otra organización que llamó la atención del presidente de la República en ese mismo año fue la Asociación de Desarrollo de Constanza que solicitó, en la persona de la señora Mercedes Antonia Pérez, la cual urgió se tomara una decisión definitiva sobre la problemática que afectaba el hotel. Todos estos reclamos permitieron que el hotel entrara en un proceso de remodelación con una inversión de 50 millones de pesos, otro intento más para adecuarlo a las exigencias de los establecimientos del ramo, ya que el deterioro de sus instalaciones era muy notable.

En diciembre del 2001 y mediante el decreto 1158-01 el Poder Ejecutivo traspasó a las Fuerzas Armadas el hotel Nueva Suiza y el Aparta Hotel La Mansión con el objetivo convertirlo en centro de estudios para la formación de guardabosques, vigilantes forestales y especialistas en control de incendios, así como para la puesta en funcionamiento de un centro de capacitación agropecuario.

No obstante, el 22 de diciembre del mismo año, el presidente de la República, Hipólito Mejía, entregó a la Asociación para el Desarrollo e instituciones empresariales y de servicios de Constanza, el hotel Nueva Suiza, que había sido dispuesto para capacitación de las Fuerzas Armadas, donde los nuevos operadores de las instalaciones turísticas se comprometieron a invertir 15 millones de pesos en la reparación y equipamiento y así convertirlo en una palanca para el desarrollo de ese municipio montañoso.

Luego de un período de letargo, y varios ofertas de inversiones de parte de grupos dominicanos y extranjeros, en octubre de 2016 se anunciaba el inicio de los trabajos de reconstrucción del Nueva Suiza mediante un contrato, firmado el 25 de octubre por Bienvenido Pérez, director de Corphotels y Fermín de Jesús Báez, gerente de Golden Stars, empresa a la cual el Estado le cedió la administración del Nueva Suiza por 25 años y una renta mensual de US$2,000; un bono de RD$1.0 millón e inversiones para reconstrucción por RD$93,102,278.66.

En diciembre de 2017 y tras largos años de abandonado y siendo objeto de constantes saqueos, la empresa Golden Stars Hotel and Resorts, ganadora de la licitación en 2016, a través de su representante Miguel Benítez, anunciaba que el hotel estaba a punto de abrir. En la actualidad este centro turístico está casi totalmente remodelado y operando parcialmente, cubriendo algunas actividades sociales.

Esperamos que con este nuevo intento de salvamento de este importante patrimonio, se le pueda devolver el brillo e importancia de sus años dorados a esta joya perdida en la montaña.

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