Redes e idiotez

El papa Francisco pronunció el pasado domingo unas palabras atinadas para estos tiempos, que caen al dedillo dominicano que vive el furor de las redes sociales, donde se habla pero escasamente se comunica.

El papa Francisco pronunció el pasado domingo unas palabras atinadas para estos tiempos, que caen al dedillo dominicano que vive el furor de las redes sociales, donde se habla pero escasamente se comunica.

El lamento del Papa está referido a lo que denomina como “cultura del insulto” en el mundo. Durante la homilía en la misa del Domingo de Pentecostés en la Plaza de San Pedro, dijo que “cuanto más utilizamos medios sociales, menos sociales nos volvemos”.

“… hoy está de moda lanzar adjetivos” en una especie de “cultura del insulto”. Ante todo eso recomienda responder “a la malicia con bondad”.

Sus palabras no sólo estuvieron dirigidas a los feligreses de la plaza. Toca al mundo. Hizo especificaciones sobre su propia iglesia, la cual dijo que “corre el riesgo de convertirse en una mera organización con la propaganda como misión, en lugar de tener una misión de fomentar la alegría y la armonía”.

Sus expresiones nos estimulan a reafirmar algunas reflexiones a propósito del discurso predominante en las redes en República Dominicana. No se puede hablar de la construcción de discursos, porque de lo que se trata es del lanzamiento de frases, más recaudos y reproducciones que no siempre se compadecen con la realidad. Frecuentemente reflejan “verdades que mienten” como diría Umberto Eco.

Pero lo peor de todo es la tendencia al insulto que a su vez es producto de una cultura de intolerancia anidada en muchas mentes, mentes incluso brillantes que abandonan el ejercicio de la reflexión. Ir más allá para construir ideas con propósitos, que contribuyan a elevar el conocimiento de las personas. Y eso resulta imposible de sintetizar en unas pocas palabras en un tuit.

Las sociedades que optan por transmitir información o conocimiento mediante sueltos a veces escasamente estructurados estimulan una visión deformada, muy parcial, que en forma alguna representa el conjunto.

Quienes lo hacen entienden perfectamente que es una forma efectiva y especialmente ágil. -Total, -dirán-, si el presidente de la nación más poderosa del mundo habla mediante ese estilo y le da resultado, por qué no seguirlo.

Pero se propicia la desconexión, la ausencia de contexto para manipular. Ganan quienes influyen en el mayor número de personas. Mientras más idiotizan, mejor.

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