La enseñanza con el ejemplo es la más efectiva manera de educar a los infantes, tanto en los aspectos positivos como en el aprendizaje y reproducción de las facetas negativas de quienes son referentes de la criatura. Vamos cincelando, como padres y mayores que rodean al infante, en un material virgen, aspectos que habrán de guiar su conducta adulta, para bien o para mal.

Es la familia o quienes conformen el núcleo del hogar, quienes moldean las bases fundamentales del hombre y la mujer del futuro. La escuela se ocupa de enseñanza formal y de acentuar la formación básica recibida de los adultos, padres o no, que conformando el ámbito inicial con profunda influencia el ambiente circundante, incluyendo vecinos y entorno.

Una enseñanza personal, que en mi caso data de casi 70 años, ilustra de manera gráfica lo que representa esa enseñanza positiva con el ejemplo paterno. Mi padre, siendo yo una criatura, me envió a comprarle una cerveza Presidente al colmado de la esquina, clásico de la Ciudad Nueva de los años 40 del siglo pasado, con costumbres propias de esos tiempo, y me entregó un billete de 1 peso. Me devolvieron como si hubiese pagado con 5 y muy contento regresé a mi hogar feliz de lo que me habían “regalado”. Mi padre tomó la botella diciéndome “vaya donde doña Luz y dígale que le devolvió de más”. De contrariado humor Obedecí el mandato entendiendo, muchos años después, la profundidad del gesto y la enseñanza. Pasados los años, ya de adulto, me tocó devolver a la cajera de un banco, una nómina que por error, había más que duplicado y que habría tenido que reponer con su propios recursos, práctica usual con los que manejan dinero ajeno.

Hace unos días la dependiente de una pizzería en Baní, me devolvió por error, como si hubiera recibido 2 billetes de 1,000 pesos y se sorprendió de la expresión de “usted se está “cruzando” mientras le indicaba que me devolvía casi $800 de más y que le hubiera dicho que mi conciencia no se hubiese estado tranquila, si sabiéndolo, me hubiese aprovechado de su yerro. Vino a mi mente esa enseñanza temprana de Aquiles Penson, mi amado padre y la empato con un WhatsApp recibido hoy sobre la coherencia entre lo que predicas y como actúas.

Es muy común que guaguas, camiones y carros públicos criollos, lleven letreros alusivos al Cristo y sin embargo sus conductores exhiban comportamientos demoníacos muy alejados del amor Cristiano. La experiencia de observar padres que transportan sus hijos a la escuela, troglodita violentando las más elementales leyes del tránsito e (incluyendo un nutrido y florido vocabulario sazonado de malas palabras) Por esas incoherencias vemos las dicotomías entre prédicas y acciones, que confunden.

El refrán dice que a “la mujer del César no le basta ser seria, sino que tiene que aparentarlo” en clara referencia a las acciones coincidentes de actitudes y apariencias. Y tu ¿cómo actúas? ¿Eres coherente?

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