En medio de la batahola que escenifican los jefes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder, se produjo ayer un hecho interesante: la alcaldía del Distrito Nacional dejó abierto al público el Monumento a Fray Antón de Montesino, aquel fraile español de la organización de los dominicos que en 1511 pronunció el sermón de Adviento, en el cual denunció los abusos a que eran sometidos los indígenas por los encomenderos colonizadores de la isla Hispaniola.
Inaugurada inicialmente en 1983, durante la administración del presidente Salvador Jorge Blanco, fruto de una donación del gobierno de México, la obra fue construida para honrar la memoria de ese defensor de los derechos humanos de esos hombres tratados por los colonizadores españoles como bestias.
Con el tiempo, el monumento fue dejado al abandono por sucesivas administraciones. Aquello devino en una ruinosa estructura convertida en basurero y refugio de malandrines, una vergüenza para los munícipes.
Al fin, sin muchos ruidos, la alcaldía de David Collado decidió rescatar el monumento. Como ha sido restablecido necesariamente será uno de los tantos sitios que acoge la Zona Colonial de Santo Domingo, que es un destino de conocimiento que merece mejor suerte.
De nuevo, y según explicaciones del alcalde Collado, el gobierno de México se asoció al esfuerzo restaurador. Asimismo, el ministerio de Cultura lo ha acompañado.
Satisface que el alcalde de la Capital comprenda el valor histórico de la obra, que contribuye a elevar el acervo dominicano, y al mismo tiempo, redimensiona el sentido histórico de un área que recoge el pasado colonial en que empezó a forjarse el sentido de la nacionalidad dominicana.
El sermón de Montesino sería el principio de una campaña en pro de la humanización de las condiciones de trabajo de los indígenas que inspiraría a otros, como al encomendero Bartolomé de las Casas, y con el tiempo, referente de muchos dominicanos y ciudadanos del mundo que aman la libertad.
En estos días tumultuosos, saludemos la restauración del Monumento a Fray Antón de Montesino, como una expresión de trabajo en pro de una ciudad como la de Santo Domingo, digna de un mejor destino.
