No es la primera vez que el título de uno de mis artículos se refiere a las preocupaciones de nuestro país.

El clima político no puede ser más preocupante. Hace muchos años que no percibíamos un ambiente de tanta intranquilidad y peligro para la estabilidad social, económica y política de la nación.

El enfrentamiento, que no ha sido inusual en nuestra política entre miembros de un mismo partido, sin importar su tamaño o su incidencia en las decisiones del país, en estos momentos es más inusual que nunca.

Es la diferencia de dos amigos de siempre, que han incidido de forma muy importante para que cada uno alcance la posición más importante de la administración pública.

Una organización, que su fundador organizó bajo las reglas de entendimiento, del servicio a los mejores intereses del país y que las diferencias se resolvían a lo interno, porque nadie más que ese gran líder sabía que las diferencias públicas no sólo encienden más las confrontaciones, más importante aún, pueden fomentar un sentimiento de pesimismo y una negativa hacia el exterior negativa.

Muchos pueden cuestionarse, que el tiempo que nos tomó aclarar los ataques infundados contra un sector tan importante como el turismo, se fundamentó en que la atención la teníamos concentrada hacia otros temas.

En este aspecto, fue mucho más ágil la intervención del sector privado y de la activa embajadora Robin S. Bernstein, quien se ha convertido en una excelente promotora de nuestro país y el propio Departamento de Estado de los Estados Unidos, que en varias oportunidades destacó la seguridad del país.

La sociedad ha llegado a un punto que no cree en nada y duda de todo. Si la Procuraría General de la República informa de un caso, no importa lo justo o no de su fallo, nadie le cree; los fiscales desacreditados y los jueces por igual. Esto genera un peligro institucional muy grave, cuando no es un secreto la debilidad de nuestras instituciones.

Esto no es culpa de si las decisiones son correctas o no, es que la politización de la justicia crea desconfianza, aun cuando quienes la ejercen fallen de forma justa y correcta. Es por eso por lo que se hace necesario que todo el que ocupe una posición en la justicia no sea un militante de un partido político y esto, no porque vaya a ser mejor, es porque elimina la duda de la parcialidad.

La militarización del Congreso Nacional ordenada desde la propia institución no ayuda a la imagen que debemos proyectar como nación y demuestra, una vez más, la debilidad de las instituciones, cuando son los presidentes de ambas cámaras que ordenan cuando inicia o termina la militarización de ese poder del Estado, cuando sólo compete al Presidente o al Ministro de las Fuerzas Armadas dar las órdenes en ese sentido.

Algunos llegaron a compararnos con Venezuela al ver el despliegue militar frente a ese importante poder del Estado.

Mi apreciado amigo, Eduardo García Michel, en un interesante artículo dice “es preocupante que instancias de mediación hayan perdido peso e influencia”.

Nos acusa a los empresarios de “habernos obstinado en apoyar acciones que vulneran el estado de derecho, en vez de aferrarnos a exigir su cumplimiento”.
¿Tiene Eduardo razón o no? Empresarios pueden emitir sus opiniones personales hacia un lado u otro, ese es un derecho que les asiste, pero nuestras instituciones no han emitido ninguna opinión sobre las consecuencias de una reforma constitucional.

Sin duda, en su momento tendrán que hacerlo, pero en una situación tan explosiva como la actual, donde las contradicciones se dan a diario, es lógico esperar antes de hablar. Pero como siempre, llegará el momento de expresar que todos buscamos lo mismo y es que el país mantenga su equilibrio, generar clima de confianza para seguir creciendo y que no existan dudas sobre nuestras instituciones fundamentales.

Un grupo de amigos, cuando analizábamos la situación nacional frente a las consecuencias de una eventual división del partido de gobierno sobre quién saldría ganancioso, si sería uno de los candidatos en conflicto o si esta división beneficiaría a una oposición, que no duerme y demuestra más coherencia, con un liderazgo joven, que el domingo pasado en su convención demostraron unidad y visión, pueden perder perfectamente las elecciones, fruto de las confrontaciones y el cansancio natural de muchos años de gobierno.

Pero lo que encendió esa reunión de amigos, donde hay pensamientos muy independientes, no fue el tema político, fue el de la ideología de géneros. La posición de unos, de que no se trata de cambiar el rumbo de la educación con políticas que inciten a la destrucción de la familia; sino es el justo derecho que tienen las mujeres de disfrutar de la misma igualdad de los hombres. Confieso que nos fue más fácil ponernos de acuerdo en los temas políticos que en los de género.

La ausencia de nuestro moderador nos permitió un caos organizado que disfrutamos entre amigos cada mes y que nos permite, con las diferencias de opiniones, que respetamos, enriquecer nuestros puntos de vistas y demostrar que a pesar de la diferencia de criterios de cada cual, profesiones diferentes, somos capaces de llegar a entendimientos, que deseamos suceda en otras esferas de la nación. Porque comprender que hay otros puntos de vista, es el inicio de la sabiduría.

El país no puede darse el lujo como aquel programa famoso “Cuánto vale el show”, porque este puede salirnos muy caro.

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