En política no todo vale

Vivimos tiempos políticos convulsos en República Dominicana. La cercanía de las elecciones está forzando a las fuerzas políticas a posicionarse y decidir los candidatos presidenciales.

Vivimos tiempos políticos convulsos en República Dominicana. La cercanía de las elecciones está forzando a las fuerzas políticas a posicionarse y decidir los candidatos presidenciales. Y la mera hipótesis de realizar una modificación constitucional para habilitar a Danilo Medina a una nueva postulación, ha encendido las alarmas de los partidarios del expresidente Leonel Fernández, hasta el extremo de emprender una embestida con estrategias incendiarias, dañinas para nuestra convivencia.

El sistema social y político que entre todos nos hemos dado, nos ha permitido encauzar nuestros desencuentros mediante el diálogo y la tolerancia, haciéndonos merecedores de figurar entre las sociedades más democráticas y avanzadas de nuestra región. Ahora, una estrategia de tierra quemada dirigida a bloquear al costo que sea una iniciativa legal y viable como la modificación constitucional puede provocar daños irreparables para esa buena convivencia.

La aparente lucha en la defensa de la Constitución que esgrime el grupo de Leonel Fernández resulta insincera, muestra incluso su verdadera identidad en la búsqueda del desorden, caos, chantaje, presión y bulto. Sus defensores no tienen teoría ni ideología. Es más, la desprecian y echan mano en cada ocasión a una especie de maletín con recetas de vendedor de elíxires con una sospechosa tendencia a parecerse a los principios de Groucho Marx. Son una oferta borrosa, líquida, posmoderna. Sus apariciones en la televisión no tratan de aclarar los problemas sino de embarullar las soluciones para no perder votos.

Mientras unos, los que buscan la estabilidad social y las vías legales y legítimas para una modificación constitucional, cuyos mecanismos la misma Carta Magna establece, se esfuerzan en la búsqueda del compromiso democrático y el diálogo, los otros, los que prefieren el enfrentamiento y el caos, eligen desestabilizar con un guion siempre fijo: contra el diálogo y contra la convivencia. El suyo es el discurso del odio, el del cuanto peor, mejor, por interés exclusivamente electoralista.

Los partidarios de Leonel han elegido el frentismo como estrategia política, las posiciones cerradas y de bloqueo como doctrina ideológica, la purga como elemento de cohesión y Danilo Medina como único discurso político. En las actuales circunstancias es lógico pensar que estas actitudes encuentren el rechazo social de aquellos ciudadanos de bien que buscan recuperar la normalidad institucional que tanto nos ha costado de alcanzar.

Por: Néstor Medrano

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