Estados Unidos rechazó que la Constitución sea tocada, pero persiste la intención de reforma, aparentemente con la adición de elementos atractivos para los partidos de oposición así como la sociedad civil, en dirección de “ennoblecer” la iniciativa. Quizá la mentalidad sea “el palo dao ni Dios lo quita” y se entienda que una vez consumada la modificación con determinados “caramelitos”, todo quedará en paz con Washington, y el país continuará su marcha “normal”. Si así se pensare, habría que presumir si no ingenuidad, mucho desconocimiento geopolítico entre los auspiciadores de la reforma. República Dominicana, políticamente estable, de economía pujante, atractiva para la inversión, respetada en los mercados financieros internacionales, iniciaría una senda segura de caos. Estados Unidos demostrará su influencia.

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