Historia: Los terribles 12 años de Balaguer

La historia, en cualquier país o circunstancia, nadie la puede retorcer. Ni distorsionarla. ¡Y mucho menos tergiversarla e ignorarla!

La historia, en cualquier país o circunstancia, nadie la puede retorcer. Ni distorsionarla. ¡Y mucho menos tergiversarla e ignorarla!

Las líneas que dan inicio a este artículo las escribo para salirle al paso -y con más argumentos en los párrafos subsiguientes- a una declaración, que tal vez producto de la “memoria olvidada”, hizo el pasado fin de semana el señor Modesto Guzmán, veterano dirigente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que por décadas lideró Joaquín Balaguer.

Citó a Guzmán: “El legado político, social e intelectual del presidente Joaquín Balaguer siempre será recordado por los dominicanos que tras 17 años de su fallecimiento aún siguen siendo beneficiarios de su obra.

Brilló por su inteligencia, capacidad de trabajo, concepto de la historia, así como su pasión por el país y por los más pobres, unido a su dedicación y exclusiva al Estado dominicano”.

Por desmemoriado que sea Guzmán, él también debe recordar que Balaguer encabezó (de 1966 a 1978) un gobierno criminal, despótico, antidemocrático, corrupto y que ocasionó miles de muertes, encarcelamientos, deportaciones, violación a las libertades públicas (con acentuación a violar constantemente los derechos humanos) y presión a la prensa nacional.

Porque durante aquellos terribles 12 años que marcaron al régimen de Balaguer la sociedad dominicana se vio atemorizada.
La juventud fue la que más sufrió los embates de tan cruel gobierno.

La juventud no tuvo sosiego. La Policía balaguerista, por orden estricta de su jefe, no perdía tiempo para apresar o asesinar al joven que manifestara su reproche al gobierno.

Para que a la memoria de Modesto Guzmán se quite el óxido, recordar que Balaguer llegó a proclamar que “la corrupción se detenía en las puertas de su despacho”.

De esa manera, obviamente, reconoció que su duro régimen estuvo arropado por la corrupción y el desfalco al erario, sin que quizás él no se robara ni un centavo.

Hay que precisar que en aquellos 12 años de horror no hubo un día que no fuera hecho preso, asesinado o torturado un adversario político de Balaguer.

La historia está ahí, fácil de observar en las amarillentas páginas de los periódicos de la época. Y no puede ser distorsionada. Aunque en la memoria de Guzmán no haya ni una pizca de tan clara verdad.

Joaquín Balaguer, en sus sangrientos gobiernos, se comportó, además, como un déspota emulando así a su admirado dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina.

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