Donald Trump es un personaje arrogante, mujeriego e imprudente. Como ser humano, comprendo que despierte rechazo. Como estratega y gobernante… esa es otra historia.
Porque está muy lejos de ser un “loco que llegó por casualidad”.

Antes que él, los Clinton y Obama desviaron a Estados Unidos de sus valores fundamentales, propulsando el socialismo, el asesinato de niños recién nacidos, el ferviente aplauso a travestidos, bisexuales y neosexuales, y el rechazo al cristianismo.

Obama duplicó la deuda de Estados Unidos, hizo que cayera el índice de libertad, patrocinó con miles de millones de dólares la causa musulmana y se fue a Cuba a abrazar a los Castro.
Sirviendo a esta “nueva agenda”, se olvidaron del americano medio, ése que vive en el centro, que parece atrasado, pero que pertenece al grupo de trabajadores de tradición, leal a la familia y a la patria.

A ése no puedes venir a mercadearle la ideología de género ni el aborto.

Se le llama despectivamente “basura blanca”, pero cree en el trabajo responsable y en el mérito propio y no le gusta mendigar asistencia.

Trump y sus asesores analizaron ese olvido (gran error) y lo capitalizaron a su favor. Y con su forma de decir las cosas le llegó a ese americano y ganó.

Una vez en el poder se rodeó de expertos que están combatiendo a los nuevos demócratas marxistas, y aplicando las medidas que han debido de ser tomadas en tantos otros países para incentivar la expansión económica: reducciones significativas de impuestos, eliminación de trabas burocráticas y regulatorias, impedimento del Obamacare (que además de insostenible iba a dejar a la gente con menor cobertura y peor calidad)…

Y la economía mejoró tanto, que hasta el premio Nobel Paul Krugman tuvo que pedir excusas, porque vaticinó que no lo haría.
Trump es un fracaso solo en la cháchara permanente de los periodistas progresistas que no le bajan el guante ni reconocen sus logros tangibles.

Y están tan rabiosos por el de-sempeño económico de sus medidas, que con tal de atacarlo, se atreverían incluso hasta decir que “Melania va mal vestida”.

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