La Sociedad Proarte Latinoamericana, representada por el tenor y neurocirujano Edgar Pérez, hizo que la noche del pasado sábado resultara cargada de emociones en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional, al celebrar los 60 años de carrera artística de una de las voces más auténticas de la República Dominicana: la de Niní Cáffaro.

A Niní se le dedicó la novena edición de “Romance Latino”, una selección de boleros y piezas latinoamericanas interpretadas por célebres artistas que, en esta ocasión, representaron al Caribe Hispano: desde Puerto Rico, la soprano Melliangee Pérez; de Cuba, la soprano Nathalie Ávila y, de República Dominicana, los tenores Edgar Pérez y el homenajeado, Erasmo Cáffaro (Niní).
Todos ellos, acompañados por la Orquesta Filarmónica Dominicana. Bajo la dirección de Carlos Andrés Mejía (director musical) y Antón Fustier Martínez (director artístico) se fue desarrollando la primera parte de la función, donde hicieron su entrada triunfal Edgar Pérez y Nathalie Ávila, interpretando “Perdámonos”, del compositor Mario de Jesús y arreglos de Corey Allen. A seguidas se presentó Melliangee Pérez con “Poquita fe”, de su coterráneo Félix Manuel Rodríguez Capó (Bobby Capó), con arreglos del también puertorriqueño Raymond Torres-Santos.

Varias piezas siguieron de compositores de Chile, México, República Dominicana y Puerto Rico. La primera ronda cerró con “El Cumbanchero”, de Rafael Hernández, con arreglos de José Pujals, en una magnífica puesta en escena de la Orquesta Filarmónica Dominicana que, junto a los bailarines Olga Lisetty Campo, Ariadna Robledo, Maykel Acosta y Eliosmayker Orozco, encendieron la chispa en el público con el contagioso ritmo de esta magnífica pieza musical.

La segunda parte de la gala estuvo cargada de sorpresas. Además de una selección de lujo, esta vez, bajo la dirección magistral de Marlene Urbay, el público se sintió identificado con la totalidad de las interpretaciones, desde “Lindas cubanas”, de Antonio Romeu, hasta “Acuarela do Brasil”, de Ary Barroso, ambas con arreglos de José Ramón Urbay. Estas piezas transportaron a buena parte del público adulto a los tiempos de retretas musicales en los pueblos del interior del país.

Y, cuando nadie se lo esperaba, la Sociedad Proarte Latinoamericana entregó una hermosa placa de reconocimiento a Niní Cáffaro por sus valiosos años dedicado a la puesta en vigencia de la cultura dominicana, sumando siempre con su calidad humana y gran talento.

Luego, continuaron las sorpresas con “Entonces me cansaré de ti”, autoría del maestro Rafael Solano, quien no sólo tuvo a su cargo el arreglo de la pieza, sino que, además, acompañó con el piano a Niní. Al tener a estos dos grandes juntos en el escenario, el público esperaba la interpretación de “Por amor”, la canción que los catapultó a ambos, asumido como un himno dominicano, pero le siguieron las piezas “Solamente una vez”, de Agustín Lara con arreglos de Gonzalo Romeu, y “Derroche”, de Manuel Jiménez con arreglos de Raymond Torres-Santos.

No obstante, hay quien dice que el artista se debe a su público y Niní es un ser noble y agradecido; por lo que, aunque no estaba previsto en el programa, complació a todos los presentes con “Por amor”, cerrando con broche de oro la celebración de sus 60 años en el medio artístico.

Un artista profesional “de muchas andanzas”

Niní, muy emotivo, se dirigió al público expresando: “Cuando a uno se le hace un homenaje así tan lindo, como este que la Sociedad Proarte ha hecho esta noche, con el cariño y calor que ustedes me han dispensado, es difícil, porque comienza el cuerpo humano a generar lágrimas y los artistas no puedan cantar con lágrimas, porque se trancan la garganta”. Recordó que hace 60 años comenzó su vida artística en un programa del maestro Rafael Solano, quien ha sido su mentor durante todos estos años. “Precisamente, un marzo de 1959, por loco viejo, por estar dando serenatas, un hermano de Solano me contactó, entonces de ahí en adelante me hice profesional. A veces recuerdo con mucho cariño ese domingo de marzo, porque fue muy importante para nuestro barrio, Ciudad Nueva. Los que tienen de 50 a 70 años van a recordar que, cuando gané en el festival, me esperaron cerca del Cementerio de la Independencia y me cargaron en sus brazos hasta mi casa, que era a dos o tres esquinas. Eso ha quedado grabado en mi mente y de ahí en adelante soy un artista profesional de muchas andanzas”.

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