Así, tal como dicen las letras de una vieja canción. “La maleta en la cama, preparando tu viaje…”

Es curioso, pero cada vez que emprendemos un viaje lo hacemos por motivos diferentes, pero sobre todo, nos invaden sentimientos distintos al estar frente a la maleta empacando nuestras cosas.

Unas veces, nos preparamos para unas vacaciones y en este caso, cada cosa que ponemos en la maleta está vinculada con los planes de visitas y paseos a realizar en ese corto período.

Cuando viajamos por un tiempo más largo, por motivo de estudios, resolución de alguna situación que por su naturaleza nos obligará a permanecer varios meses fuera de nuestro lugar de residencia habitual, no dejamos de sentir cierto pesar por aquellas cosas que debemos dejar atrás, aunque sabemos que emocionalmente siempre estarán dentro de nosotros.

Otras veces nuestro viaje obedece a un cambio de vida. Es cuando, aunque sabemos que solo será por un tiempo, nos vemos precisados a marchar, sin tener una fecha cierta para el retorno. Muchas cosas caben en una maleta y casi siempre, la nostalgia hace asomo, a veces se acomoda en el equipaje. Sentimos tristeza por nosotros que nos vamos y por aquellos a quienes dejamos.

Sin embargo, en el viaje de nuestras vidas, una mezcla de tristeza, rabia e indignación parece consumirnos cuando notamos que mientras nosotros vamos colocando en la maleta, tímidamente algunos objetos que sacamos y ponemos una y otra vez, otros te apuran con desespero, colocando y hasta tirando cada cosa. Les urge que te marches, que te lleves tu presencia de sus vidas para siempre.

Si por alguna razón lo notas y por rabia dices que se hagan de cuenta que ya te has ido, alguno es capaz de darte las “gracias”, en una muy evidente declaración de respiro y libertad. Imposible no pensar que aguardaba con impaciencia que pronunciaras esas palabras.

En ese sentido, solo queda terminar de hacer la maleta, sin olvidar llevarnos nuestro orgullo herido y nuestra dignidad. No queda más que emprender nuestro viaje, como dice la canción con “un billete de ida y en el alma coraje”, pero a diferencia de ésta, en mi maleta sí cabe y sobra espacio para guardar por siempre “todo nuestro pasado”, porque debo admitir que “el amor siempre queda y el momento se va”.

Posted in Edición Impresa, Mi Tiempo, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas