Pensamiento político y social en el Caribe: Bernardo Correa y Cidrón

La Constitución política de la monarquía promulgada en Cádiz por las Cortes generales y extraordinarias…es la Constitución política más sabia de todas

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La Constitución política de la monarquía promulgada en Cádiz por las Cortes generales y extraordinarias…es la Constitución política más sabia de todas las de los antiguos y modernos imperios; Constitución que ha proclamado solemnemente la libertad y la soberanía de la Nación española, publicando muy articuladamente la igualdad de todos los ciudadanos…
Bernardo Correa y Cidrón

El período histórico que abarca desde las últimas décadas del siglo XVIII hasta los primeros años de la ocupación haitiana, la cultura y las letras en Santo Domingo estuvo marcada por el nacimiento de una serie de destacados intelectuales. Algunos nacieron en la isla, aunque se destacaron en el extranjero, otros se quedaron en su tierra natal, o se fueron y volvieron. Hay que destacar a figuras como José Francisco Heredia y Mieses, Gaspar de Arredondo y Pichardo, Francisco Javier Foxá, Esteban Pichardo, José Núñez de Cáceres, Andrés López de Medrano, entre otros. Uno de los grandes intelectuales que se destacaron en esa época fue Bernardo Correa y Cidrón.

Maestro, orador, sacerdote, Bernardo Correa y Cidrón nació en San Carlos, villa próxima a Santo Domingo el 18 de diciembre 1757. Realizó sus estudios en el Colegio de los Jesuitas hasta que estos fueron expulsados en 1767. Años después ingresó en la Universidad Santo Tomás de Aquino que dirigían los Dominicos.

En su libro Rasgos biográficos de dominicanos célebres publicado en Santo Domingo en 1875 el historiador dominicano José Gabriel García describe a Correa y Cidrón como “un aventajado sacerdote en quien la honradez era virtud, el saber don espontáneo, la dignidad prenda del alma y el valor tesoro del corazón. Vivo de imaginación, investigador por instinto y estudioso por naturaleza, muy pronto logró demostrar que había nacido para nutrir su espíritu en las fuentes de la ciencia”.

Se doctoró en Teología y luego fue ordenado sacerdote. Se desempeñó como Catedrático de Derecho Canónico y Teología Dogmática en la Universidad Santo Tomás de Aquino dándose a conocer por la tenacidad con que transmitía los conocimientos.

Luego de la firma del Tratado de Basilea, Correa y Cidrón se trasladó a la isla de Cuba y luego a Venezuela. Regresó a Santo Domingo y durante la dominación francesa pasó a participar en política y a ser hombre de confianza del general Louis Ferrand y luego del general Joseph du Barquier. Formó parte como oidor de la Sección Española de la Audiencia Mixta Imperial, conjuntamente con los doctores Pedro Prados y José Ruiz a la vez que desempeñaba sus funciones como sacerdote en la catedral de Santo Domingo.

Estuvo en contra de las luchas que libraban los criollos con Juan Sánchez Ramírez y Ciriaco Ramírez a la cabeza contra los franceses durante la llamada Guerra de Reconquista entre 1808-1809. Después del triunfo de las tropas criollas en la Guerra de Reconquista y del abandono de la Isla por parte de las tropas francesas, se embarcó para Francia. En París se reunió con el emperador Napoleón Bonaparte quien lo envió a España con una recomendación para su hermano José Bonaparte el cual lo nombró Canónigo de la Catedral de Málaga.

En 1812 los franceses se retiraron de España, pero Correa y Cidrón se quedó en Málaga. Las autoridades españolas lo destituyeron como Canónigo y lo encarcelaron. Estuvo encarcelado desde poco después de la caída de Málaga hasta algún momento de 1815, bastante tiempo después de que Francia reconociese a Fernando VII en 1814. Liberado del cauterio, debió agotar incómodos procesos para obtener el permiso de residencia en Santo Domingo, después que se aceptó su juramento por el monarca español. En 1816 le fue reconocida una absolución judicial.

Regresó a Santo Domingo donde fue recibido sin ninguna dificultad por el entonces gobernador Sebastián de Kindelán. En 1820 se llamó a elecciones con el fin de escoger el diputado que representaría Santo Domingo en las cortes. Correa y Cidrón fue uno de los candidatos propuestos. La postulación de Cidrón provocó la ira de Manuel Márquez Jovel quien le lanzó una acusación de cinco cargos que fueron rebatidos por Correa y Cidrón en su Vindicación.

En 1821 polemizó con Juan Antonio Pichardo con motivo de la actitud asumida por éste contra el Arzobispo Pedro Valera.

Hasta donde se sabe, no tuvo participación en los esfuerzos conspirativos que llevaron a la proclamación del Estado Independiente de Haití Español en 1821 aunque como señala Roberto Cassá en su libro Pensadores Decimonónicos es probable que fuese uno de los asiduos, a la tertulia nocturna en la residencia de Núñez de Cáceres donde se fraguó ese movimiento.

En 1823 siendo rector le tocó asistir al cierre de la Universidad por disposición de las autoridades haitianas. Pasó a Haití como vicario general en el Artibonito y cura de Saint Marc. Su labor fue fructífera pero no prolongada a causa de su precaria salud.
Pasado dos años el arzobispo Valera aceptó que retornarse a Santo Domingo para designarlo provisor y vicario general. Murió en Santiago de Cuba en 1837.

Su obra ha sido poco estudiada por los escritores dominicanos. Los textos antiguos son las cartas que en 1808 y 1809 escribió a Juan Sánchez Ramírez invitándolo a desistir del levantamiento contra el gobierno francés. Su estilo ponderado se deja apreciar en la brillante autodefensa que escribió en 1820 para responder a las acusaciones que se le hicieron. Este escrito fue publicado en un folleto con el título de Vindicación de la ciudadanía y apología de la conducta política del doctor don Bernardo Correa y Cidrón, natural de Santo Domingo de la Isla Española.

Otro folleto que publicó fue la Apología de la justificada conducta del ilustrísimo señor doctor don Pedro Valera, arzobispo de Santo Domingo. Escribió, además, una juiciosa Respuesta al artículo comunicado del Duende de 24 de junio (1821) polemizando con uno de los colaboradores del periódico que dirigía Núñez de Cáceres.

Su obra de mayor peso intelectual donde las ideas de la Ilustración están presente y que lo coloca en primera fila entre los intelectuales de la época es el vigoroso discurso que pronunció el 2 de junio de 1820, siendo rector de la Universidad de Santo Tomás de Aquino, al ser jurada en ese centro académico la Constitución de Cádiz.

Cada uno de estos trabajos fueron compilados por Andrés Blanco Díaz y publicados por el Archivo General de la Nación en 2009 con el título Vindicaciones y apologías de Bernardo Correa y Cidrón.
Bernardo Correa y Cidrón es un desconocido por conocer. Con esta breve reseña inicio una serie de artículos analizando temas centrales de su pensamiento.

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