Arístides Aquino conversó con elCaribe sobre sus duras experiencias antes de subir a las Mayores con los Rojos de Cincinnati

Cincinnati, Ohio. Antes de ser conocido como “El Castigador” (The Punisher en inglés), Arístides Aquino era un peregrino que recorrió kilómetros en cantidades industriales con una mochila llena de fe en busca de una firma que no llegaba.

Más fácil aparecía un oasis en un desierto que su visado para el béisbol profesional. Una vez, un representante de un equipo le dijo a quien lo llevó para una evaluación que “aquí hacemos peloteros, no gente”, una reacción cruda que evidenciaba que el nativo de Villa Mella no fue de su agrado.

“Querían hacerme pícher”, dijo Aquino a elCaribe en su apartamento en esta ciudad, ubicado en las cercanías del Great American Ballpark, hogar de su equipo, los Rojos de Cincinnati. “A todos los programas que iba lo que querían era hacerme pícher por mi tamaño y porque tenía buen brazo. Yo decía que no, porque yo sabía que podía batear”, añadió.

Fueron muchos los viajes desde La Javilla, en Santo Domingo Norte, hacia distintos lugares del país para ser contratado. Aquino cuenta a Amaurys Nina como una persona que nunca le abandonó, entre varios familiares, hasta que al fin pudo lograr su pacto con Cincinnati por 115 mil dólares en 2011.

Si alguien pensó que el arribo a las Grandes Ligas sería menos complicado, pues se equivocó. El espigado jugador de 6´-4´´ de estatura, que en su infancia tenía que exprimir cientos de limones para ayudar a su madre para los jugos de la “fritura” que tenía, apenas iniciaba un trayecto de ocho años por el inclemente sistema de liga menor hasta ser convocado a las Mayores por un partido en 2018.

La vida en las menores se torna tan cruel en ocasiones que los peloteros difícilmente olvidan esos momentos que te quiebran o te definen.

“Una de las cosas que más me dolió en las menores, de lo que siempre me recuerdo, es que llegué a pasar hambre teniendo dinero”, comentó Aquino, a quien apodan “Ruddy” por La Javilla, donde en su tiempo libre gusta jugar dominó.

“Una vez llegamos de un viaje larguísimo en guagua y cuando fuimos al McDonalds ya estaba cerrado. Tenía dinero en los bolsillos y me tuve que acostar con hambre”, dijo.

Mucha fe

Aquino participó en dos veranos en el país con la sucursal de los Rojos y tuvo que esperar hasta 2018 para ser promovido por un partido. La fecha fue el 19 de agosto contra San Francisco. Se fue en blanco en su único turno.

Al día siguiente, tuvo que empacar para su conocido universo de liga menor, el domicilio que no podía dejar con todo y que había tenido años de 20 jonrones.

“Me fui tranquilo. Yo no perdía la fe ni la confianza en mí. Lo que hice fue irme a trabajar con más fuerza hasta que llegara mi oportunidad”, señaló.

Y las puertas se abrieron en agosto de este año, mes en el que implantó una marca de más cuadrangulares en un mes para un novato en la historia de la Liga Nacional con 14. Al inicio de la jornada de ayer, compilaba 15 cuadrangulares con 38 impulsadas y un promedio de .288 en 39 partidos para Cincinnati.

Conquistó los premios de Jugador y el Novato del Mes en agosto, cuando se dejó sentir con potencia el patrullero que llaman “El Castigador”.

“Esta vez dije que no volvía para las menores. Le pido a Dios salud porque ahora es que vamos a trabajar fuerte para mantenernos a este nivel”, dijo el joven de 25 años, que tiene dos hijos, y quien siempre recuerda el consejo de su madre, Maritza Núñez de Aquino. “Ella me decía que tomara lo bueno de los consejos y que las críticas negativas las dejara de lado. Si algo han hecho los comentarios negativos es motivarme más”, señaló el una vez peregrino de las menores que hoy tiene un futuro promisorio en las GL.

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