Santo Domingo Este es uno de los municipios más vibrantes de la República, ya por su población que debe sobrepasar el millón de habitantes o por su extensión, más de 15 mil kilómetros cuadrados, y dinámicamente, por su desarrollo urbano, comercial e industrial.

Pero tiene sus problemas, como ocurre en la mayoría de las grandes concentraciones urbanas, que van desde los servicios más importantes hasta la habitabilidad. Al ser un municipio joven, instituido con la división de la vieja capital a principios de siglo, debía ser paradigmático en organización y crecimiento ordenado. Pero no es así.

Su conversión en municipio no estuvo acompañada de una planificación previa y el gobierno local empezó caóticamente y desde entonces adolece de autoridad en materia de ordenanza territorial.

Inquieta la organización del territorio, el uso de los suelos y el destino de zonas llamadas a garantizar la vida amigable con el ambiente. Los vecinos se quejan de abandonos, degradación o desaparición de las áreas verdes en nuevas urbanizaciones.

Santo Domingo Este experimenta un rápido crecimiento habitacional, pero la falta de escrúpulos de algunos desarrolladores amenaza los espacios públicos destinados a áreas verdades.

Riamny Méndez Féliz nos presentó la semana pasada el panorama triste de las áreas verdes de algunas urbanizaciones, sea por el pobre control del municipio, la falta de comprensión de la población y la necesidad de defender sus derechos o el interés mercurial de los más llamados a preservar las áreas intervenidas como modelo de una gestión inmobiliaria respetuosa del buen sentido de la urbanidad.

De 420 urbanizaciones identificadas en un inventario del departamento de Planeamiento Urbano del municipio, sólo 134 (31%) están formalmente aprobadas y en apenas 96 hay registradas áreas verdes. En 182 (43%) de las urbanizaciones no hay registros ni planos en el Ayuntamiento y tampoco las áreas verdes están identificadas o documentadas.

En fin, todo eso indica cómo andan las cosas, al margen de los abandonos y las amenazas recurrentes de ocupación.

Los municipios, para que en el tiempo sean mínimamente viables, requieren de políticas que tengan en el centro a los pobladores y con ellos, las condiciones en que desenvuelven sus vidas. De lo contrario, están llamados a convertirse en arrabales.

Posted in Editorial

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas