Las primarias celebradas ayer 6 de octubre, constituyen una oportuna ocasión para marcar los límites existentes entre lo que debe seguir haciendo el PLD y lo que debe dejar de hacer. Es el momento para deslindar campos de comportamientos.
Como organización fundada con objetivos bien definidos, su comportamiento general la ha perturbado y se ha formado una bruma que oculta sus propósitos de origen, desnaturalizando su perfil. Llegó el momento para iniciar su recuperación o disolución.

Tiene las posibilidades de resurgir como ave fénix, dejando atrás un enjambre de aspirantes que pretenden hacer de sus vidas individuales, lo que de conjunto se debe hacer por todo un pueblo. Es matar en nosotros la Hidra de Lerna
En la mitología griega, la Hidra de Lerna era un monstruo acuático feroz y despiadado, parecido a una serpiente policefálica (de tres a nueve e incluso cien cabezas), con aliento venenoso. La Hidra tenía la propiedad de crearse dos o tres cabezas más, por cada una que le fuera cortada. Se guarecía en el lago de Lerna, en el golfo de Argólida, Nauplia, lugar anterior a Argos.

Hércules mató la Hidra en el segundo de sus doce trabajos. Hércules era en la mitología romana el equivalente a Heracles en la mitología griega. Hijo de Júpiter, igual al dios griego Zeus.

La Hidra ha sido tirada al agua y aquellos dirigentes con cierta tradición han sido forzados a orillarse y empezar a salir del lago. Sus retiros son más que justificados, permanecer sería servir de alimento a la Hidra de muchas cabezas.

Sólo quien acumuló la fuerza del pueblo y conserva el vigor para destrozar la Hidra, con la efectividad de Hércules, podrá despejar las aguas y recuperar el Lago de Lerna.

Estas aguas no son para monstruos bicéfalos de ayer, ni los narcos piratas de hoy. Los tiempos son para dejar despejada la libertad y la convivencia democrática.

El pueblo ha concurrido a un evento de participación, que deslinda la conducta en la actividad política. Se trata de reencauzar un proceso de desarrollo, crecimiento sostenido e inclusivo, en plena y legítima expresión popular. Sus resultados pueden confundir a quienes no aceptan que el poder está en el pueblo y que éste al final se impone.

Los que mandan olvidan que los mandaron a mandar y que ese mandato tiene un límite para acabar. Ese límite llegó, aunque tenga un margen para maniobrar con torpes escaramuzas.

Seguir creyendo que desde el poder todo se puede o se hace lo que conviene, constituye una suplantación de las normas básicas del régimen democrático y deriva en la creación de un ambiente de rechazo, tarde o temprano. Crear una Hidra de cien cabezas y lanzarla en el lago de la democracia dominicana, es inaceptable y la prudencia aconseja respetar las normas y reglas legales, o se es finalmente derrotado.

Olvidar que los pueblos crean su mitología, es lo mismo que ignorar que las causas son encarnadas por figuras históricas que terminan destrozando las Hidras que son creadas para ahuyentar a los débiles, pero terminan desafiando a figuras que como Hércules encarnan el valor, la decisión y firmeza de los pueblos. Llegado a este punto, los pueblos lo convierten en un punto de inflexión, para lanzarse a conquistar el futuro.

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