Carta a Leonel Fernández

Durante varios meses sus adversarios internos en el Partido de la Liberación Dominicana lo presentaron como cabeza de una minoría que se había sublevado

Apreciado amigo:

Durante varios meses sus adversarios internos en el Partido de la Liberación Dominicana lo presentaron como cabeza de una minoría que se había sublevado contra las decisiones de la mayor, violando el centralismo democrático que fue base esencial en la construcción del PLD.

A partir de ese razonamiento apuntalado nada menos que por el Presidente de la República, jefe de una facción en el PLD, se estableció toda una argumentación hasta filosófica en procura de hacer valer lo que en principio era algo etéreo sin sustento probatorio que fuera más allá de entender que la mayoría en una colectividad tan amplia como el partido morado la define el hecho de controlar unos organismos petrificados en los cuales pulula mucha gente incapaz de mover ni siquiera a sus propios familiares.

Empero, fue una proclama que se hizo extensiva a todo aquel que se consideraba dotado de la razón, aun cuando esta no ha estado cimentada en una realidad concreta.

Es aquí cuando llegado el momento de probar aquel alegato lanzado al aire como una tesis sometida a la comprobación objetiva, nos encontramos con que no era real sino una ficción.
Las primarias del pasado domingo, si algo bueno tuvieron es que probaron la virtualidad de su liderazgo en el PLD y en la sociedad dominicana, por encima inclusive del originario del término mediante el cual trataba de zaherirle, si tomamos en cuenta que, en el peor de los escenarios sus contrincantes apenas pudieron—en buena lid—empatar una carrera que resultaba a todas luces desigual para usted.

Sin embargo, en términos reales y concretos, y situándonos en el terreno en que compiten los caballeros a toda prueba, su liderazgo sobrepasó toda prueba para quedar reeditado y reconocido por la avalancha de ciudadanos que se volcó a su favor, aunque las malas artes han pretendido tronchar la proeza.

Un liderazgo, apreciado amigo, que se trató de borrar del escenario nacional el mismo día que la obra de su entrega a la causa del PLD dio frutos en el año 2012, fecha en la cual se fraguó toda suerte de urdimbre con el montaje de “juicios populares”, denuncias de sus antiguos ministros, diarias diatribas y todo lo demás.

Y aún así el temple de su personalidad y la fortaleza de arraigo popular resistieron hasta recuperar lo que pretendieron borrarle en aquella embestida. Las primarias del domingo evidenciaron que usted ha vuelto a ser la figura que a partir del año 2000 miles de dominicanos de todos los colores identificamos como el sustituto del liderazgo político de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, una especie de tres en uno. ¡Ahora es que hay Leonel!

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