Hemos vivido distintas modalidades de fraude electoral, y escuchado también una y otra vez las cornetas, trompetas y bocinas beneficiarias del poder tramposo intentando descalificar los reclamos, como hacen ahora contra Leonel Fernández y su demanda de legalidad.
Desde 1966 llevo grabada en mi mente juvenil la imagen imborrable de las árganas de votos de Juan Bosch que aparecían en veredas y cañadas, semanas después de las elecciones.

Tras no poder acudir en 1970 y 1974 por falta de seguridad, en 1978 acudimos a las urnas bajo filas de guardias activando por el partido oficialista, que antes de terminar el conteo dio un golpe de estado electoral, y no cedió hasta que la burguesía cibaeña y la presión internacional obligaron a respetar la voluntad popular.

Pero amputó 6 senadurías y 11 diputaciones a la oposición para quedarse en control del poder judicial y otros espacios . En 1986 a Majluta le “ganaron” con unos pocos votos mientras la JCE declaró 80 mil “observados” y Bosch en 1990 también denunció lo que Hoy consideró unas elecciones bajo duda.

En 1994 el país fue sumido en una crisis por otro fraude electoral, resuelta quitándole 2 años de gobierno al reelecto Balaguer.

En 2016 y ahora la JCE usa la transmisión de resultados de modo que se fijan percepciones dirigidas a los votantes y a los funcionarios y delegados aun en las filas y recintos de votación, persuadiéndolos a entender temprano “lo que hay”, siempre en favor del poder abusador.

Lo hizo Roberto Rosario informando resultados antes de contarse en las Juntas Electorales, y la actual JCE informando unos primeros resultados con el candidato del poder abusador aventajando 50 a 45, con millares de electores en fila y un resultado final con una diferencia del 1%.

La conversión del gobierno en comando de compaña, aplastante desigualdad en publicidad a favor del precandidato del poder abusador, la decisión del presidente Medina de no darle curso a la solicitud del Estado Mayor del Ejercito y del ministerio de Defensa para cancelar al coronel que deshonró su uniforme haciendo compaña, destituyendo en cambio al director de Intabaco por expresar apoyo a Leonel son violaciones palmarias al mandato de la Constitución para que la JCE organice elecciones justas.

¿Qué honorabilidad y respeto reclama la JCE cuando no puede hacer que el poder abusador respete la regla? Si los partidos y la sociedad no le ponen un stop al poder abusador, para 2020 estamos siendo llevados a lo que quizás se está buscando, una rebelión del pueblo contra un poder que quiere imponerse mediante abuso.

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