En el lenguaje de todo político, no importa su signo ideológico ni el espacio que busque ocupar en el sistema, hay una frase implacable que es sentencia inapenable de objetividad comprobada a lo largo de toda nuestra alborotada historia (y que desde el lunes, por cierto, es repetida millones de veces en todo el país). Es una frase que conoce muy bien Leonel Fernández, porque la ha pronunciado, con todo su sabor dominicano, en varios episodios de su ejercicio del poder: “Por más que brinque y patalee, el palo dao ni Dios lo quita”. (Por eso Danilo Medina no brincó ni pataleó en 2007).

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