Es una persona consagrada al trabajo que ha sabido ir al frente a pesar de los difíciles momentos que atravesó

Fermín María Acosta es un hombre acostumbrado a ser práctico. Lo que para mucha gente es un simple pedazo de hojalata que acabará en el zafacón, para él es la oportunidad de hacer negocio y de contribuir a cuidar el medio ambiente. Es un emprendedor de altas calificaciones, acostumbrado a sacarle filo al trabajo.
Lleva años transformando residuos de hojalata en artefactos de uso común, como anafes, moldes para hornear, alcancías, güiras y cucharones para frituras.

La vida de Fermín ha atravesado por múltiples procesos. En el pasado vivió en una casita techada de zinc; desde los 10 años vendía en la calle y a los 13 era la cabeza de su hogar. Pero ha sabido sacudirse frente a las adversidades.

Con el paso del tiempo, compró materiales para hacer trabajos de hojalatería. Es un oficio que aprendió solo y constituye en la actualidad su fuente de sustento. Pero Fermín ha dado un paso más grande: Cada día se preocupa y se dedica a enseñar a los muchachos de su barrio, Simón Bolívar, Distrito Nacional, ofreciéndoles las oportunidades de que dejen atrás el desempleo. En adición, apoya el club deportivo de la zona.

Fermín María Collado tiene amplia visión y pone siempre el foco en aquello que le suma. Se dedica a comprar láminas de metal industrializadas, que son desechos de latas en proceso de producción, dando utilidad a ese material que tanto daño puede ocasionar al medio ambiente. Luego las transforma en guayos, anafes, alcancías y güiras, estas últimas muy demandadas por los turistas.

En su misión de contribuir a reciclar materiales que afectan el medio ambiente, con frecuencia compra el sobrante del alucín, material utilizado para fabricar zinc industrial y puertas de casas. “Estos sobrantes no son biodegradables y las empresas los desechan, nosotros le damos un valor agregado al comprarlos, por quintal o por lote, y convertirlos en algo útil. Fabricamos utensilios como cucharones para frituras y muchos otros que es posible crear o elaborar”, explica.

“Las cosas que no me sirven no las boto, las guardo en tanques y las llevo a Metaldom”, agrega. Fermín es muy conversador. Es fácil pasar horas sin aburrirse.

Con el tiempo, ha sido acompañado en los pasos que da. La Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD), por ejemplo, cumplió un rol importante en el crecimiento del negocio, por facilitarle a través del microcrédito, los recursos que necesitaba en un momento muy especial.

“La Fundación de Desarrollo creyó en mí y me abrió las puertas al crédito. Y he ido creciendo en el negocio a través de esos préstamos”, cuenta, con dejo de agradecimiento.

Con 30 años en el ejercicio, el negocio de Fermín, llamado “El Varón de Dios”, le vende a tiendas en Villa Consuelo, a gift shops turísticos y al Mercado Modelo. La empresa ha crecido tanto que genera empleos indirectos de hasta 45 vendedores. Fermín es un hombre de familia; tiene esposa y dos hijos (uno de 26 y otro de 32 años).

Su visión empresarial lo ha llevado a tener un local frente a su casa y en su taller de hojalatería, emplea a tres jóvenes, dos son familiares. Además compró un camión que le permite transportar una mayor cantidad de mercancía.

Su taller de hojalatería ha dejado buena “cosecha”, pues ahora posee tres propiedades más. “La clave del éxito está en -primero- dar gracias a Dios, porque soy un hombre cristiano, y porque soy positivo. El dinero se produce trabajando, no haciendo esquinas”, asegura.

Las micro, pequeñas y medianas empresas -segmento en el que entra la de Fermín- constituyen un soporte importante de la economía de República Dominicana; representan una de las principales fuentes de generación de empleos del país y aportan un significativo porcentaje al crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB).

Fermín Collado tiene amplia visión y pone siempre el foco en aquello que le suma.

Mucha de la gente que ha concebido una idea de negocios ha logrado ponerla a caminar, en gran manera gracias al empuje económico obtenido en el trayecto.

En el lenguaje popular eso es algo así como que han conseguido “un padrino”. No siempre ocurre, tomando en cuenta que hay emprendimientos que parten de abrir una alcancía o de disponer las prestaciones obtenidas de un empleo que se tenía, para arrancar un proyecto.

En el caso de Fermín, la FDD ha sido su gran aliada. En 53 años la institución ha beneficiado alrededor de un millón de dominicanos. La FDD ha recorrido un largo camino en el otorgamiento de microcréditos y en la capacitación y acompañamiento financiero en el país.

Visión
El emprendedor es un gran creyente. Cree en Dios y en que el hombre tiene que avanzar a base de esfuerzo y de trabajo

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