La desintegración familiar, la alta tasa de desempleo, debilidades en el sistema de justicia y el uso excesivo de los dispositivos tecnológicos podrían estar incidiendo en los altos niveles de violencia que experimenta la sociedad dominicana y que se expande desde el seno del hogar hasta las calles y centros educativos.

Durante un panel para analizar el síndrome de la violencia y su impacto en la familia y la sociedad, un grupo de expertos en la conducta, sociólogos, educadores y juristas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), coincidieron en que la educación basada en valores como la libertad, la solidaridad, el amor y el afecto, juega un rol determinante para impactar en el fenómeno que afecta a adultos y niños, y que la semana pasada cobró la vida de un menor de 11 años durante una pelea con otro de la misma edad al salir de la escuela en el sector de Gualey.

La educadora Wanda Liz Gómez afirma que las manifestaciones de violencia que se ven en las escuelas son un reflejo de lo que se vive en la sociedad por lo que el Ministerio de Educación ha venido impartiendo una serie de talleres y seminarios a docentes, alumnos, padres de familia y personal de apoyo y administrativo, que buscan crear una cultura de paz, enseñando a cada niño y adolescente a resolver los conflictos mediante el diálogo y la tolerancia.

El maestro de la Facultad de Ciencias jurídicas y Políticas, Rafael Antonio Román, afirmó que el país está teniendo grandes pérdidas humanas a causa de la violencia ya que, solamente el año pasado, 93 mujeres murieron a manos de sus parejas y los pronósticos indican que la cifra aumentará este año, dejando un número indeterminado de huérfanos.

Agregó que muchos feminicidios arrastran a otros miembros de la familia y en ocasiones terminan con el suicidio del victimario.

Un problema multidimensional

A su entender, la problemática se debe a una multiplicidad de factores, que tiene como punto de partida los patrones culturales que están influenciando las familias como son las nuevas tecnologías que, ante la ausencia de los padres, están ‘educando’ a los niños. “Señores, a nuestros hijos lo están criando la tecnología, y no los padres. El patrón cultural de que el padre cría y educa, ha ido desapareciendo. Nuestros niños están siendo educados por la televisión, los videojuegos…”, dijo.

Román cree que debe analizarse la responsabilidad del Estado y la política criminal que aplica para contener el fenómeno.

Insta a trabajar en salud mental de población

Para el psicólogo clínico Pedro José Vásquez las muertes de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, no necesariamente encajan dentro de lo que se conoce como feminicidio, ya que no son crímenes por odio, propiamente, sino que son cometidos por agresores con trastornos de la personalidad. De ahí que, insista en la necesidad de trabajar en la salud mental de la población y no pretender abordar el flagelo sólo desde el punto de vista jurídico.

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