Introducción

Hemos dado inicio a la publicación de una serie de artículos que recogen algunos aspectos del magisterio del Episcopado Dominicano sobre las elecciones y los principios del buen gobernar. En esta entrega compartimos con los lectores los siguientes tópicos, que tal vez respondan a la situación que ocupa al país actualmente.

13. Los obispos

“No faltarán entre nosotros quienes desearían que la jerarquía eclesiástica, nosotros los obispos, saliéndonos de nuestra función y misión, marcásemos pautas concretas políticas y las impusiésemos a la feligresía. El Documento sobre la justicia en el mundo, del Tercer Sínodo Mundial de Obispos responde claro estos deseos:

No pertenece a la Iglesia, en cuanto comunidad religiosa jerárquica, ofrecer soluciones concretas en el campo social, económico y político para la justicia en el mundo. Los laicos, sin embargo, de la Iglesia, en cuanto miembros de la sociedad civil tienen el derecho y la obligación de buscar el bien común como los demás ciudadanos” (1978).

14. Desautorización
“Desautorizamos todo pronunciamiento político partidista, y todo respaldo a un candidato concreto, que haga públicamente cualquier sacerdote, diácono, religiosa o religioso. Aclaramos desde ahora que se trataría de algo absolutamente particular y personal. La Iglesia no lo asume, y reprueba firmemente tal acción” (1986 y 1994).

15. Los observadores
a) “El mismo nombre lo dice, observar. Traspasar esta misión y convertirse los observadores en interventores y jueces, cualesquiera sean las instituciones a las que pertenecen, es un abuso e irrespeto intolerable. Lo decimos con suficiente anticipación.

No podemos aceptar que poderes o instituciones extranjeras interfieran en nuestros asuntos internos. Tan soberanas son las naciones grandes como las pequeñas.
La República Dominicana tiene pleno derecho a decir esto al mundo entero por haber visto su territorio mancillado varias veces por una potencia extranjera (Mensaje del 20 de mayo de 1994, Núm. 3).

Rechazamos categóricamente el irrespeto extranjero. No necesitamos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer, sobre todo con amenazas.

Los dominicanos contamos con gente altamente preparada y competente y de honestidad a toda prueba, y somos capaces de resolver con sensatez, sabiduría y responsabilidad, por nosotros mismos nuestros propios problemas.

En repetidas ocasiones, hemos dirimido ya nuestras diferencias, no por la ciega violencia sino por el diálogo civilizado y sincero.
La desconsideración desde fuera lo único que conseguirá es crear nuevos problemas, herir gravemente el alma nacional y avivar lamentablemente resentimientos históricos muy hondos” (1996).

b) “A los observadores, nacionales y extranjeros, la Junta Central Electoral les entregará un reglamento al que deben atenerse fielmente. Una cosa es observar y otra muy distinta entrometerse y obstruir o entorpecer la actividad de la Junta Central Electoral.
Es oportuno que los observadores extranjeros sepan que somos un pueblo muy sensible a las injerencias indebidas provenientes del extranjero. Sobre todo si éstas vienen acompañadas de amenazas” (1996).

16. El único deseo del pueblo
“Notamos que la mayoría de nuestro pueblo, sano y sensato, agobiado y paciente, está hoy tan preocupado de los males que nos afligen que lo único que desea es la solución real de tales males. Consecuentemente, percibimos una buena dosis de suspicacia y cierto desinterés hacia las fórmulas que se ofrecen y aun hacia los partidos y candidatos que las sustentan.
Semejante actitud -gravísima- debe golpear fuertemente la conciencia de todos los candidatos; debe ser tenida muy en cuenta por lodos los partidos contendientes; y ser, sobre todo, carga de responsabilidad a los que salgan favorecidos en las urnas” (1982).

17. Exhortaciones
“Invitamos a todos a crear espacios de discusión y de reflexión para aportar ideas, proyectos comunes y criterios claros de acción, ya que se trata de construir entre todos el país que anhelamos y deseamos. Para esto es necesario fomentar el diálogo sincero, diáfano y respetuoso en base a los programas de gobierno que debe presentar cada candidato”.

“Esperamos que se manifieste la madurez democrática de partidos y pueblo, en una campaña electoral centrada en la racionalidad y el respeto mutuo, en la confrontación de ideas y la búsqueda de convergencias en las diferencias”.

“Es un tiempo propicio para asumir responsabilidades éticas y cívicas. Que sea el mismo Señor quien nos ilumine a todos en el ejercicio democrático de elegir nuestras próximas autoridades”.
“Sintámonos todos responsables de construir una patria basada en valores permanentes de verdad, de amor, de esperanza y de paz. Que cada dominicano sepa asumir el desafío y el compromiso de ser coherente ante su conciencia, ante la patria, ante los valores permanentes, ante el ejercicio democrático de un voto libre y en la creación de un clima de reflexión y oración que nos conduzca y nos motive a procurar siempre el bien común. Que el Señor nos guarde siempre en su paz” (2008).

CERTIFICO que en mi trabajo “Temas Electorales” tomé las reflexiones de la Conferencia del Episcopado Dominicano, que tratan específicamente sobre
elecciones.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a diecisiete días del mes de octubre del año del Señor 2019.

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