En todas partes del mundo los datos estadísticos son utilizados para estudiar antecedentes históricos, evolución de la población, tendencias de crecimiento o disminución de la producción, consumos, precios, etc, pero nunca para predecir con exactitud el resultado final de un proceso electoral, porque el sentimiento electoral individual, en un momento determinado, no responde a datos estadísticos.

Toda persona medianamente entendida en política sabe bien que el sentimiento electoral poblacional puede cambiar entre las 72 a 24 horas previas a una votación, bajo la inducción, a favor o en contra, de un mensaje, una acción, algún error del gobierno o la oposición, o un acontecimiento que estremece a la población, y basta recordar que un mal manejo gubernamental respecto al establecimiento de responsabilidades ante los atentados terroristas a 4 estaciones del metro de Madrid, en fecha 11 de marzo de 2004, apenas 3 días antes de las elecciones, provocó un escándalo político y un voto contrario al gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y a favor del opositor Partido Popular (PP) que ganó esas elecciones, y esos cambios de última hora no responden a curvas estadísticas.

En 1960 John F. Kennedy cambió las tendencias electorales de último minuto en EUA, gracias a la elegancia que mostró en un determinante debate televisivo frente a Richard Nixon que apareció sudoroso, despeinado y sin maquillaje; mientras que en 1984 Ronald Reagan ganó aplastantemente las elecciones en 49 estados de EUA gracias a una contundente respuesta dada a Walter Mondale en un debate televisivo donde Mondale insistía en que EUA necesitaba un presidente joven, como él, y no un presidente viejo, como Reagan, pero la respuesta de Reagan fue demoledora cuando le dijo a Mondale: “no voy a abusar de mi edad para demostrar lo joven e inexperto que es mi contrincante”, y esa respuesta hizo que la gente se volcara a votar a favor de Reagan. Ahí no entraron las estadísticas.

Los resultados electorales no responden fielmente a estadísticas, y de ser así Barack Obama jamás hubiese sido presidente de una sociedad históricamente racista donde las estadísticas dicen que los blancos representan el 66%, los negros apenas representan el 4% y los hispanos junto a otras razas representan el 30%, por lo que cualquier análisis estadístico simple hubiese concluido que Barack Obama, por ser negro, jamás hubiese sido elegido presidente de EUA por votos de una mayoría blanca racista, pero la realidad es que Obama fue escogido presidente 2 veces consecutivas.

En las pasadas elecciones de Estados Unidos Hillary Clinton obtuvo 65.85 millones de votos totales, pero apenas 227 votos electorales, mientras Donald Trump obtuvo 62.98 millones de votos totales, pero con 304 votos electorales, lo que indica que aunque Hillary Clinton obtuvo casi 3 millones de votos totales más que Donald Trump, la estrecha ventaja de apenas 78,000 votos que Trump logró en Michigan, Wisconsin y Pennsylvania le dieron la presidencia, pues si Hillary hubiese conseguido 80,000 votos más en esos tres estados, hubiese completado 273 votos electorales y hoy fuese la presidenta de EUA para lo que necesitaba 270 votos electorales. Si se hubiese hecho una proyección estadística sobre los votos totales de Hillary, se hubiese concluido que Hillary sería la presidenta, pero no lo fue.

Las pendientes de las curvas de la contabilidad electoral responden a simples sumatorias aritméticas de votos, y eso lo saben muy bien en la universidad de Georgetown, pues esas curvas responden a la fortaleza o a la debilidad de un candidato en las zonas electorales que van siendo contabilizadas, pero en ninguna parte del mundo un organismo arbitral electoral establece ganadores y perdedores sobre la base de proyecciones estadísticas iniciales o intermedias, sino sobre la base de la sumatoria aritmética total final, pues esa es la regla universal, ya que si la proyección estadística establecida con el 60% o el 80% de los votos fuese el determinante del resultado final, entonces los candidatos exigirían que les contabilizaran primero los votos de las zonas donde son fuertes y no donde son débiles, porque todos los candidatos tienen zonas electorales fuertes y zonas electorales débiles. Además, cada candidato tiene un delegado en cada mesa electoral, recibe copias de las actas de todas las mesas, y tiene un centro de cómputos para sumar todos los votos de todas las mesas electorales, y ese cómputo es el mejor dato que un candidato debe usar para argumentar.

Quien pretenda usar estadísticas para proyectar resultados electorales finales, o situaciones post electorales, demuestra que puede entender mucho de estadísticas, pero se resiste a la realidad de la sumatoria aritmética electoral, y de seguro pretenderá usar estadísticas de pasados terremotos y huracanes para predecir fechas de próximos terremotos y huracanes, y pretenderá usar estadísticas para explicar cuándo y cómo llegará el apocalíptico fin del mundo.

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