En estos días tuve la oportunidad de viajar a la Universidad de Costa Rica y hacer una breve estancia en el Centro de Investigación Histórica de América Central y me reencontré con un libro sobre el conflicto civil de Costa Rica de mitad del siglo pasado, que me sorprendió mucho cuando lo leí en 2015, año de su publicación, Crisis Social y Memoria en Lucha. Guerra Civil en Costa Rica 1940-1948. Fueron muchos los comentarios que escuché entonces sobre la investigación del profesor David Díaz Arias y ello me llevó a leer el libro con avidez, y creo que merece una reflexión en esta columna, sobre todo, por la inquietante actualidad política que vivimos en nuestro continente tan parecida a la de otros tiempos.

David Díaz, autor de esta notable obra de investigación histórica, se sumerge en ese tema que tanto nos preocupa a los historiadores de las memorias. El desarrollo de su trabajo muestra detalladamente las pautas y metodología con las que enfrentó esta que fue su investigación doctoral, que tuvo un fuerte impacto en Costa Rica hace un par de años. Debo reconocer que a pesar de ser voluminoso me atrapó y lo leí rápidamente, ahora lo utilizo en las clases de nuestro doctorado de Historia del Caribe y en la maestría de Estudios caribeños de nuestro centro de investigación en la PUCMM. Es un libro enmarcado en el campo de la historia política del siglo XX de América Central, pero al mismo tiempo, con certeza, podemos asegurar que de América Latina, porque trasciende la historia nacional del pequeño país centroamericano para hacer una profunda radiografía de una época y de unos acontecimientos que se repitieron más de una vez por todo el continente. La investigación reconstruye durante la década de los años cuarenta del siglo anterior un tiempo, como hoy, de populismos y de miedos atávicos enmarcados entre la Segunda Guerra Mundial y los albores de la Guerra Fría, y en esa realidad, el nacimiento del movimiento político del que fuera el presidente Calderón Guardia. Un régimen surgido del catolicismo social y muy cercano al comunismo, hasta el punto que fue llamado por la oposición política conservadora el caldero comunismo.

En realidad, fue un movimiento social surgido del período a la crisis posterior al crack del 1929 que dejó huella profunda de crisis social y económica, y que como consecuencia, alimentó con posterioridad la quimera económica de la industrialización impulsada en toda América Latina por regímenes populistas y en ocasiones militares como los de Perón en Argentina, Velasco Ibarra en Ecuador, Getulio Vargas en Brasil o Trujillo en República Dominicana, situados también dentro del enfrentamiento político contra el socialismo que alimentó la Guerra Fría. El libro está dividido en tres partes. La primera, el período que antecedió a la guerra civil, es decir, el escenario de crisis. En segundo lugar, la guerra y su desarrollo, con el consabido incremento de la violencia política y los baños de sangre, y por último, las Memorias, que se construyeron e impusieron desde la historia oficial de la nación de este trágico suceso vivido en Costa Rica. Respecto a la construcción del libro queremos señalar dos ideas. La primera es que el autor nos muestra a mitad de la década de los años cincuenta una sociedad altamente polarizada y dirigida por líderes bastante carismáticos. Y la segunda, que el historiador David Díaz vuelca su esfuerzo por mostrarnos la realidad popular que apoyaba al movimiento de Calderón, o sea, podría decirse como una historia de subalternos o “desde abajo”, pero ello no le hace descuidar al bando contrario, liderado por Figueres y los sectores más conservadores de la nación.

Afirmamos que en el plano del análisis el autor es muy medido y muestra un buen número de fuentes sobre las que sustenta las interpretaciones de las acciones de ambos bandos. Debemos señalar, por tanto, el uso de una profusa información que muestra el mundo de los vencidos y la imposición que hizo el relato oficial de la nación para borrar unos acontecimientos dolorosos y tristes. Revelar las memorias silenciadas no es fácil, y lo más valioso, mostrar críticamente una batalla de memorias que según Díaz en nada ayudó a la población de la pequeña nación centroamericana a sanar sus profundas heridas. Lo que, como muy bien expresa en otros trabajos suyos, es una tónica que se ha repetido en toda América Central hasta nuestros días, aunque nosotros añadiríamos también en toda América Latina, sin olvidar tampoco el imperio del norte. Destacar, para finalizar, el buen manejo como fuente primaria de la prensa del momento y, sobre todo, el excelente uso que hace de testimonios orales de personas vivas aún y que vivieron ese dramático y sangriento episodio político del siglo anterior. Para concluir el comentario de esta obra, nos gustaría añadir dos ideas. Una primera, que es un libro que tuvo una muy buena acogida en la Costa Rica actual, incluso con un número de ventas voluminoso, algo no muy usual en los libros de Historia. Y una segunda y última relacionada con el valor y el aporte que el libro le hace a la nueva historia política del siglo XX de América Latina.

Finalmente, la actualidad convulsa que vivimos hoy en nuestro continente no es nueva y se repite como ciclo, como evidenciamos hoy en el aumento de la violencia política actual con gobiernos autoritarios, corruptos y violentos como los del Bolsonaro en Brasil, Duque en Colombia y Ortega en Nicaragua, por citar solo algunos. Y lo más desconsolador la baja talla intelectual y moral de la clase política contemporánea, que por supuesto no alcanzarán jamás a leer un libro como este que tanto ayuda a reflexionar. La necesidad de poder analizar la historia y usar de sus enseñanzas es cada vez es más necesaria. No podemos seguir a la deriva destruyendo la democracia. Tiempos sombríos.

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