En cualquier parte del país ocurre un crimen. Y la gente se acostumbra. En el caso del Distrito Nacional y sus áreas más concurridas o céntricas la violencia sangrienta cae en el nivel de excepción, pero cada cierto tiempo, el crimen se deja sentir, hace recordar que ningún sector está exento de la sangre. Llámese Naco, Piantini, Urbanización Fernández, El Millón, Mirador del Sur. Una muerte violenta siempre será llamativa y lamentable. La última ocurrió en la avenida Núñez de Cáceres, el jueves en la madrugada. El joven Miguel Ángel Hernández Suberví fue baleado en en un establecimiento de comida rápida, sin mediar palabras. Todo lo cubrió el silencio. Dondequiera, la violencia acecha.

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